Stefano Benni es un escritor muy popular en Italia, aunque no tanto fuera de ella. Amigo íntimo del gran Italo Calvino (y claramente influido por él), escribió este libro divertido, irónico, crítico y al final un tanto desconcertante.
Margarita Dolcevita (Blackie Books, 2005) es la historia de una jovencita de catorce años de edad, narrada por ella misma. Inteligente, ocurrente, sarcástica, con una visión muy cáustica de la vida actual, Margarita parecería más una joven con alma sesentera que una adolescente del siglo XXI.
Me explico: su manera de contemplar lo que la rodea: su familia, su escuela, su entorno urbano, sus vecinos, parece difícil de creer en una muchacha millennial (según esto, ella habría nacido en 1991). Es claro que se trata de un alter ego femenino de Benni (el escritor nació en 1947) y por tanto, sus reflexiones corresponden más a las de alguien que hoy tiene 72 años.
Lo anterior, sin embargo, no le quita brillantez, amenidad y disfrute a la novela. En absoluto. Sólo, quizás, un poco de credibilidad.
El personaje de Margarita, entonces, es una especie de mezcla de Mafalda (tal vez un alter ego de Quino), Matilda (tal vez un alter ego de Roald Dahl), Holden Caulfield (tal vez un alter ego de Salinger), Marcovaldo (tal vez un alter ego de Calvino) y hasta Huckleberry Finn (tal vez un alter ego de Mark Twain). Su manera de narrar lo que vive y lo que ve resulta en momentos divertidísima y el libro suele sacar sonrisas y hasta repentinas carcajadas, cuando menos en sus dos primeras terceras partes (en la tercera adquiere un tono más serio y sombrío y a mi modo de ver se vuelve confusa y por momentos ligeramente tediosa; no entiendo por qué Benni no siguió en la misma tónica narrativa).
Margarita vive en el seno de una familia común de clase media, en los suburbios de una ciudad italiana que no se identifica, y un día llega a la casa vecina una familia híper tecnologizada que habrá de cambiarles la vida a la joven narradora y a todos los suyos: sus padres, sus dos hermanos varones, su abuelo y hasta su perro.
No entraré en más detalles para no vender trama. La novela vale le pena de ser leída y brinda muchos momentos de gran humorismo. Que de pronto llega a coquetear con la corrección política es cierto; pero no en exceso, afortunadamente.
Sí se las recomiendo. Igual me pueden explicar el extraño e inesperadamente trágico final.
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