Llevamos casi cuatro meses de gobierno lopezobradorista (nueve, si contamos a partir del 1 de julio de 2018, fecha en la que AMLO empezó a gobernar de facto) y entre quienes hacen humor político (desde cartonistas y editorialistas hasta youtuberos y estandoperos) las cosas han cambiado de manera por lo menos curiosa.
Hoy, quienes profesaban una posición pretendidamente crítica y despiadada contra el poder son los principales defensores de ese poder; ahora que es su Mesías quien lo ostenta, se han vuelto mansos, obedientes a los dictados del Señor Presidente (así, con mayúscula), a quien defienden a capa y espada y no osan tocar ni con el pétalo de una ligera insinuación crítica (como en los tiempos de Díaz Ordaz y Echeverría). En una palabra (bueno, en tres): se volvieron oficialistas (o en términos que ellos antes utilizaban: chayoteros).
De ese modo, los caricaturistas de La Jornada (con la honrosísima excepción del gran Magú, desde siempre el mejor de todos ellos), Proceso y otros medios afines hacen malabarismos y dan maromas extremas para justificar a su líder y seguir atacando a esa mítica mafia en el poder a la que tanto alude el presidente, aunque no tenga pudores a la hora de acudir a la casa del vicepresidente de Televisa, Bernardo Gómez, uno de los más conspicuos integrantes de tal "mafia", a fin de cenar de la manera más fifí ni más ni menos que con el yerno de Donald Trump. Es una lástima que tan buenos dibujantes (Hernández posee un lápiz extraordinario y en lo personal me cae muy bien) tengan que mostrarse tan evidentemente serviles con el jefe del poder ejecutivo y su partido. La manera como han perdido el filo (y esto incluye a una leyenda como Helio Flores) resulta triste y decepcionante. Todo sea por “La Causa”.
Lo mismo sucede con algunos columnistas que empleaban el humor y la ironía como elemento principal de sus textos y que son una triste caricatura de lo que alguna vez fueron. Lo lamento, porque conozco personalmente a algunos de ellos y hoy no hacen reír ni a sus fans más aferrados, con esa tan obvia manera de ponerse de tapete para congraciarse con el gran tlatoani.
Sabemos que al presidente López Obrador el único humor que le gusta es el que él mismo cree tener, con sus chistoretes mañaneros de los que solamente él y sus cortesanos se ríen. Es claro que cuando está dirigido contra su persona, el humor crítico no lo tolera y por ello acusa a grandes y agudos cartonistas como Calderón, de Reforma, quien siempre da en el blanco, de ser “el caricaturista de la derecha”.
En YouTube sucede algo parecido con gente como Brozo o Chumel Torres, acusados de "vendidos". Hay en cambio todo un equipo de youtuberos –encabezados por un tipillo impresentable que se hace llamar “El Chapucero”, muy loado por John Ackerman y Julio Hernandez–, que se dedica a atacar a “la derecha conservadora” y a venerar a AMLO de un modo vergonzoso. Su pretendido humorismo resulta tan patético que sólo provoca penita.
Sin embargo, la famosa Cuarta Transformación (cualquier cosa que eso signifique) no logrará erradicar el humor crítico y la ironía inteligente. Además de los ya mencionados Brozo, Chumel Torres y Calderón, están Gil Gamés, Antonio Garci, Alarcón, Rictus, Iracheta, el propio Magú y seguramente irán apareciendo más, conforme el sexenio vaya avanzando. Con todas las pifias que a diario surgen desde el gobierno y muchos de sus representantes (secretarios, legisladores, etcétera), es una pena que los antiguos humoristas, con todo su innegable talento, no lo aprovechen para alimentar sus columnas o sus caricaturas y desperdicien a personajes tan delirantes como el senador Guadiana o la senadora Jesusa Rodríguez, para sólo poner un par de ejemplos recientes. Pienso que en el fondo se mueren de ganas de hacerlo, pero no se atreven porque temen ser considerados como traidores, conservadores y fifís. Ya sabemos que si algo tienen es un terror pavoroso a despertar la ira de don Peje y su finísima piel de jarrito de Tlaquepaque. Por eso prefieren olvidar el viejo espíritu cuestionador y escribirle desilusionantes loas con frases aduladoras y sumisas como “Yo te AMLO”.
El humor crítico es herejía en los tiempos de la 4T. Sólo esperemos que no surja una Santa Inquisición que lo persiga y lo anatematice.
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