miércoles, 14 de julio de 2010

El muy querido Doctor Parnassus


Hoy llegué a una clara conclusión: me gusta mucho más el cine de Terry Gilliam que el de Tim Burton. No sólo por lo que me pareció la más reciente película de cada uno de ellos (la Alicia de Burton me resultó muy decepcionante), sino por su obra toda. Porque mientras el realizador de The Big Fish recurre a la repetición ad nauseam de muchas de las formulitas que le han dado resultado para apantallar a nerds y a incautos (y a nerds incautos), el director de Time Bandits ha construido una obra varia que recurre menos a la alta tecnología de los efectos especiales (sus efectos poseen un curioso encanto casi artesanal) que a la efectividad de lo que narra, además de brindar ese ácido sentido de la ironía que absorbió durante su estancia con la gente de Monty Python. A pesar de ser tan estadounidense como Burton, Gilliam tiene mucho del humor británico más salvaje y crítico y eso se refleja en cada uno de sus filmes.
Digo lo anterior luego de ver (al fin) The Imaginarium of Doctor Parnassus (2009), su más reciente cinta, una maravilla llena de surrealismo mágico (en la mejor acepción de la palabra) y de imaginería visual, una fábula (cuento moral le dicen algunos) fantástica, emocionante, conmovedora y sobre todo divertida. Con actuaciones sensacionales (la de Christopher Plummer como Parnassus, la de Heath Ledger como el enigmático Tony, la de Verne Troyer como el enano Percy, la de Andrew Garfield como el noble Anton, la de Lily Cole como la preciosa adolescente Valentina y, muy especialmente, la de Tom Waits como Mr. Nick que es decir el Diablo), una fotografía magnífica y una edición que mantiene un ritmo que jamás decae, la película deja un gran sabor de boca, sobre todo cuando se sabe de todas las vicisitudes que fue necesario afrontar antes, durante y después de la filmación (en especial la muerte de Ledger, quien fue muy sabiamente reemplazado por Johhny Depp, Jude Law y Colin Farrell, los cuales no sólo aportaron sus actuaciones emergentes sino incluso parte del financiamiento que por fortuna permitió salvar al proyecto). Gran obra la de Gilliam, ésta y toda la que hay desde que filmó la divertidísima Monty Python y el santo grial en 1975. Once películas en su haber, todas excelentes.

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