lunes, 26 de mayo de 2014

True Grit

Aunque hay una grandiosa primera versión filmada por Henry Hathaway en 1969 y protagonizada por John Wayne, Kim Darby y Glen Campbell, este remake de True Grit por parte de los hermanos Coen le da una vuelta de tuerca a la historia y la presenta desde un punto de vista menos heroico y más mundano, menos poético y más prosaico, menos aséptico y más deliciosamente mugriento y terrenal.
  Si en la primera el papel del justiciero Rooster Cogburn era interpretado por un impecable John Wayne (dicen que para caracterizarse usó incluso un bisoñé y una faja), en ésta es un Jeff Bridges sucio, borracho, decadente, gruñón y malhablado el que le da vida y lo hace mucho más creíble. Pero el contraste que más sorprende es el de Mattie Ross, la niña que contrata al hombre para que dé con el paradero del asesino de su padre y que decide acompañarlo. En la cinta de Hathaway, el rol lo llevó una veinteañera Kim Darby; en cambio, aquí es una actriz de trece años, la fantástica Hailee Steinfeld, la que lo desarrolla de un modo tan creíble como admirable.
  Filmada en 2010 por Ethan y Joel Cohen, True Grit (conocida en México como Temple de acero, aunque la traducción más exacta sería algo así como Verdaderos huevos) es un western a la manera clásica, pero a mi modo de ver más emparentado con Sam Peckinpah que con John Ford. La película es espléndida y la trama perfecta, con una ambientación que refleja las condiciones reales de lo que fue el Viejo Oeste estadounidense, una fotografía asombrosa y un grupo de actores excepcionales (para no hablar de la producción y, por supuesto, de la dirección, ambas con todo el sello de los geniales hermanos).
  Un filme magnífico, de esos imprescindibles, tanto para los amantes del western como para los seguidores de los Coen (me incluyo en ambos grupos). Una joya.

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