Luego de algún tiempo de no vernos, hoy comimos juntos en un restaurante bastante carito de San Ángel. Fue un gusto vernos y ponernos al día. Varios cambios en su vida. Luego de comer, dimos un paseíto muy agradable por el jardín de San Jacinto y otros rincones hermosos del antiguo pueblo. Llegamos hasta un local de artesanías que está en el mismo lugar en donde, cuando yo era niño, había una tienda de mascotas ("la tienda de animales", le decíamos mis hermanos y yo). Me fascinaba que mis papás nos llevaran a ver los perritos, gatitos, las aves y algunos animales más o menos exóticos que ahí se vendían. Hoy, como dije, venden artesanía fina a precios exorbitantes. Tienen por cierto un cocodrilo de madera gigante, casi tamaño natural, de una belleza fantástica. Pregunte el precio: ¡200 mil pesos! Qué locura.
Pero me encantó ver a Pau.
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