martes, 23 de agosto de 2011
Borges en el mingitorio*
[Conversación telefónica entre el editor Fernando Fernández y el fotógrafo Rogelio Cuellar]
—Siempre he querido preguntarte: ¿cómo hiciste aquella foto?
—Muy bien.
—Por lo que me contaste alguna vez, cuando Borges estuvo aquí en 1973 no te separaste de él, ¿no?
—Desde el momento que bajó del avión… Estaban Miguel Capistrán y Luis Mario Schneider para recibirlo… Yo leí que iba a estar ahí… Ni conocía a Capistrán ni a Schneider. Me planté en el aeropuerto y desde que bajó del avión me aboqué a estar junto a él. De ahí fuimos directamente al Hotel del Parque, que estaba en Reforma y Constituyentes, y a partir de ahí me puse como su sombra a hacerle fotografías desde las ocho de la mañana hasta el final, que ya regresaba a su hotel. Con él fui a Teotihuacan… Él me comenzó a… Sí veía, veía sombras, volúmenes. Percibía. Entonces me comenzó a ubicar como “el duende”. “Ya está aquí el duende, ¿verdad?”. Porque al final, en el lobby de su hotel, ahí recibía a infinidad de personas. Recuerdo a Monsiváis, Juan García Ponce… Desayunaban con él, le leían, etcétera… Fue un encuentro muy hermoso que me dio pauta para estar con él muy cerca.
—Y la foto, ¿cómo fue?
—Estábamos en San Ildefonso, yo lo llevaba del brazo… Estaban grabando unos programas para Televisa, Octavio Paz, Salvador Elizondo…
—Me imagino que Arreola.
—Sí, Arreola, etcétera. Entonces me dice: “Oye, duende, quiero hacer pis”.
—¿Así dijo?
—Ajá. Entonces busqué un baño. Yo no los conocía, y cuando entro a esos antiguos baños de San Ildefonso… Quedó alucinado, porque era una imagen muy borgiana. Era así como espejos… de Lewis Carroll. Se repetían uno a uno, no sé cuántos mingitorios eran pero por lo menos eran diez. Entonces no lo dejo en el primero sino en medio. Me retiro y digo: “¿Hago una foto, no la hago? ¿La hago, no la hago?”.
Entonces hice una primera foto y escucho que él dice: “El duende ya está haciendo travesuras, ¿verdad?”, pero con un tono de voz de complacencia, de complicidad… Hice dos, tres fotos más.
—Qué linda historia, ¿no?
—No, es muy hermosa, y lo muestra a uno como es… Como era. Normal, humano.
—¿Cuándo publicaste esas fotos por primera vez?
—Eso se publicó en… Revista de revistas...
—De Excélsior…
—...cuando la dirigía Vicente Leñero.
—¿Y nunca nadie te comentó nada sobre la foto del baño?
—No, ésa no la publiqué ahí... Creo que ésa estaba inédita hasta que tú la viste.
—Ah, ¿entonces la primera vez que se publicó fue en Viceversa?
—Exactamente. Sí.
—¿Y nunca recibiste ningún comentario de allá, del mundo borgiano argentino?
—No, nada, fíjate.
—Ni para bien ni para mal.
— Ni para bien ni para mal.
—¿Qué piensas del reclamo de María Kodama, que eso no se le hace a un hombre ciego, que es un…?
—No, es desproporcionado. Es una foto muy respetuosa. Es un portento. No es porque la hice yo, pero sí.
*Me topé con este texto y esta foto un poco por casualidad y quise compartirlos. Es una maravilla ver al portentoso Jorge Luis Borges, quizás el mejor escritor de lengua española de todos los tiempos, en una situación tan humana como la de orinar. Me parece todo un hallazgo.
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