Ayer me enteré de algo que me preocupó mucho y acudí a mi amigo de toda la vida, Adolfo Cantú, para platicar con él al respecto. Nos vimos hoy en la mañana para desayunar y me tranquilizó lo suficiente como para quitarme la tensión con la que estuve casi todo el lunes. Confío en que sus palabras se conviertan en realidad.
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