martes, 23 de diciembre de 2014

Smashing Pumpkins navideños

Está bien, lo acepto: esta vez el título de la columna es engañoso y no se ajusta del todo a la verdad. Sí, en efecto, voy a referirme al más reciente álbum de los Smashing Pumpkins. Sin embargo, lo único de navideño que tiene el disco es haber aparecido en estos días previos a la fiesta más importante de la cristiandad. Sólo quise llamar la atención del amable lector, normalmente distraído en estos días de final de año. Me disculpo por emplear tan bajo recurso.
  Pero valió la pena que se tomara usted un poco de su tiempo para leer el artículo, porque Monuments to an Elegy (2014), el flamante plato de esta legendaria agrupación de Chicago, es una obra de excelente factura. Billy Corgan (y aquí podría haber un segundo engaño porque, seamos honestos, se trata más de un disco de Corgan que de los Smashing Pumpkins, ya que es el único miembro original del cuarteto que está presente en la grabación y todas las canciones son suyas)… Billy Corgan, decía, nos regala, con cierta tacañería cuantitativa aunque con gran generosidad cualititativa, nueve temas que abarcan apenas poco menos de media hora de escucha. Puede parecer muy poco –y lo es–, pero le aseguro que, aun así, Monuments to an Elegy es una colección de muy buenas y variadas composiciones.
  Corgan ha sabido madurar sin perder sus raíces y su estilo primigenio. En estas nueve piezas está todo lo que este músico ha sido, desde el primer disco de los Smashing Pumpkins hasta su más reciente trabajo como solista, y eso se transluce en canciones como la inicial y brillantísima “Tiberius”, la bella y suntuosa “Being Beige”, la intensa y persistente “Anaise!”, la poderosa y densa “One and All”, la inesperadamente electrónica “Run2Me”, la mágica y sensual “Drums + Fife”, las casi new wave “Monuments” y “Dorian” (esta última una delicia) y la grungera y a la vez popera “Anti-Hero”.
  Monuments to an Elegy es un trabajo impecable. Poco importa si son o no los Smashing Pumpkins. La presencia fundamental es la de Corgan y esa está ahí, inconfundible, indeleble, espléndida.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

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