martes, 13 de enero de 2015

Jazz rap alemán de lujo

Uno de los subgéneros más contagiosos y fascinantes, por su acompasada rítmica, su sutil sentido armónico, su perfecta mezcla de géneros y su inherente y hechizante sensualidad es el jazz rap que comenzó a hacerse en los Estados Unidos, desde finales de los años ochenta, con proyectos como Gang Starr, Guru o US3.
  En muchas partes del mundo hubo replicas de este estilo y una de las más afortunadas surgió en la ciudad de Braunschweig, Alemania, a principios de los noventa, cuando Christian Eitner, Matthias Lanzer y Ole Sander conformaron a la sensacional banda Jazzkantine.
  Debo a mi querido amigo, el especialista Sergio Monsalvo C., el descubrimiento de esta agrupación, dueña de una considerable discografía, a partir de su magnífico álbum homónimo de 1994 y que el año pasado puso en circulación su más reciente trabajo discográfico: Ohne Stecker.
  El jazz de lentos beats de Jazzkantine se combina a la perfección, en la mayoría de las quince composiciones que conforman el plato, con las voces rapeadas de Eitner o de algunos hip-hoperos y cantantes invitados. Hay rapeos en alemán y en inglés, pero también hay piezas cantadas (como la extraordinaria “Egotrippin”, en la que la hermosa voz de la vocalista estadounidense Nora Becker brilla esplendorosa). De igual manera, hay coqueteos con el mejor funk y por ahí brillan reminiscencias de los Beastie Boys, como en la sensacional “Mic & Bühne”. También hay ecos de lo mejor de bandas como Chicago y Blood, Sweat & Tears en algunos arreglos de metales (cortesía de la NDR Big Band) y hasta coqueteos con el blues, como en “Geht Ab (Küchen Session)” y la sugerente “Einfach Mit Jazz”.
  Ohne Stecker es un gran disco, una más que agradable sorpresa, plena de interés y frescura. Hay grandes partes de jazz (ese solo de flauta en “Bin Im Delirium” es una maravilla) y multitud de hallazgos (¿qué tal esa exquisita versión de “Take Five” de Paul Desmond?) que se van haciendo más claros y brillantes con las repetidas escuchas.
  Una joya para oídos y sensibilidades gourmets.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

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