Myrna se fue a las ocho de la mañana a su casa. Me dijo que no se durmió un solo minuto, por temor a que mi mamá se pudiera caer de la cama y que estuvo muy inquieta toda la noche. Está muy débil y en todo el día no se quiso levantar. Casi no quiso comer tampoco. En la tarde vinieron Ivette y su hijo Carlos. El doctor vino a verla y le puso la primera inyección de antibióticos. Le cambiamos de ropa. Ivette y su hijo se fueron como a las diez. Traté de mantenerme vigilante y le puse protecciones alrededor de su cama. Como que no entiende qué le sucede.
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