viernes, 9 de julio de 2021

Los cinco álbumes fundamentales de Metallica

La trayectoria de Metallica ha sido muy diferente a la de la mayor parte de los grupos, no sólo del heavy metal sino del rock en general. Con un origen auténticamente garagero y de fuertes tintes punkeros, el cuarteto californiano pasó al rock de metal con una energía, una vitalidad y una capacidad creativa tan notables que en muy poco tiempo logró situarse como virtual progenitor del trash.
  Sus primeros discos no daban concesión alguna y sus seguidores, como en pocos casos, podían llevar con orgullo el título de fanáticos. Frente a muchas agrupaciones supuestamente metaleras de los años ochenta que hacían una música cada vez más comercial y  complaciente, cada vez más ambigua y afectada, casi hermafrodita, Metallica se erguía como un conjunto de tipos agresivos y políticamente incorrectos, provocadores, valemadristas. Su música estruendosa, de riffs espeluznantes, ritmos vertiginosos y letras llenas de mensajes oscuros les ganó una feligresía de cuya fidelidad a ultranza muy pocos grupos, de cualquier género, podían presumir. Cliff Burton, su legendario y malogrado bajista primigenio, era el emblema del cuarteto y su muerte, en 1986, no hizo sino afirmar su halo mítico.
  Cuando al iniciarse la siguiente década James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammet y Jason Newsted –influidos por numerosos factores, entre los cuales el surgimiento del grunge fue fundamental– decidieron dar un viraje radical con el disco Metallica (mejor conocido como el álbum negro), sus más conspicuos y ortodoxos seguidores se sintieron traicionados y el viejo romance con sus ídolos se hizo pedazos. Para bien o para mal, Metallica no volvería a ser el mismo y sus fanáticos tampoco. Nuevos discos llegarían y un nuevo público, influido por MTV y los medios masivos, se acercaría a la agrupación.
  Con todo, a casi 40 años de su surgimiento y a 30 del polémico álbum negro, la influencia del pasado permanece poderosa. Metallica conserva aún su aura de leyenda viva y eso le alcanza para seguir trascendiendo, como lo hace ahora, en este 2021, con el anuncio de una espectacular caja para celebrar las tres décadas del Metallica y su regreso a los escenarios en noviembre próximo, dentro del festival Rockville, en Daytona Beach, Florida, donde compartirá escenario, entre otros, con Nine Inch Nails, Deftones, Stone Temple Pilots, Cypress Hill, Rob Zombie, Social Distortion, Mudvayne, Mastodon, Anthrax, Lynyrd Skykyrd y el power trío mexicano The Warning.
  He aquí los cinco discos básicos de Metallica; de hecho, sus cinco primeros.


Kill ‘Em All (Polygram, 1983)

Para muchos, este disco marcó el nacimiento del thrash metal. Desde sus inicios, Metallica logró fusionar las influencias de lo que en ese entonces se conocía como la nueva ola del heavy metal británico (movimiento encabezado por agrupaciones como Iron Maiden, Judas Priest y Diamond Head) con el vertiginoso speed metal de sus padres putativos, Motörhead, y la rabia sin pausas del punk más duro. Con James Hetfield y Dave Mustaine en las guitarras, Kill ‘Em All hace honor a su nombre con un rock asesino de alto octanaje. Los temas están estructurados de una manera muy compleja, con tal cantidad de secciones que recuerdan la forma de composición del rock progresivo, si bien el estilo furioso y agresivo de cada corte nada tiene que ver con el mencionado género. Cuando apareció en 1983, hace 38 años, el álbum causó una conmoción que hoy persiste entre los seguidores del thrash. Y no es para menos: apoyado en una sección rítmica verdaderamente demencial (Cliff Burton en el bajo, Lars Ulrich en la batería), el cuarteto dio rienda suelta a sus demonios internos y logró abrir una caja de Pandora cuyos espíritus malévolos aún siguen vagando por el mundo. Visto a distancia, tal vez Kill ‘Em All no sea un disco tan grande como se consideró en su momento. Sin embargo, su gran virtud es haber sido el detonador de un estilo que tendría una enorme cantidad de seguidores –grupos y fanáticos–- y al que el propio Metallica no podría seguir el paso por mucho tiempo. Álbum fundacional, obra pionera, su música conserva la suficiente actualidad como para estremecer a quien escucha temas tan salvajes como “Motorbreath”, “Whiplash”, “Hit the Lights”, “Jump in the Fire” y “Seek & Destroy”. Estremecedor e impactante, se trata de un disco básico para comprender la posterior carrera de Metallica.

Ride the Lightning (Polygram, 1984)
Posiblemente el disco más influyente de Metallica en los terrenos del heavy metal subterráneo. Ride The Lightning no sólo superó los planteamientos y las propuestas que se esbozaron en Kill ‘Em All, sino que mostró un claro adelanto en lo musical y lo letrístico. Si su antecesor fue el álbum fundacional del thrash, éste es la piedra de toque que mostraría la dirección a seguir por el metal durante la década de los ochenta y aun más allá. En tan sólo un año, Metallica mostró un avance artístico impresionante. Cada uno de los temas de este su segundo álbum tiene una razón de ser y se interrelaciona con el resto de los cortes, sin que se trate necesariamente de una obra conceptual. Con inusitada agresividad y sin contemplación alguna, el cuarteto apostó por el desbordamiento creativo, mediante una fuerza que puede escucharse sin pausa a lo largo del disco. Se trata de un trabajo experimental en muchos sentidos, un álbum que sacude los prejuicios y conformismos de un género que se había atorado en cierta complacencia y que necesitaba urgentes inyecciones de adrenalina. En el plano estrictamente musical, Ride the Lightning es un imaginativo tour de force de principio a fin. Lo es desde la explosión (luego de un breve juego introductorio de guitarras acústicas) de la inicial “Fight Fire with Fire”, ejemplo de poderío guitarrístico y percusivo. Metallica no rehuye las influencias de otros géneros, en especial el rock progresivo, pero lo hace a su manera, fusionándolas con su muy particular estilo. Eso le permite ir y venir, entrar y salir, por pasajes instrumentales tan admirables como los de “The Call of Ktulu”. Tampoco se asusta con el uso de la melodía y la armonía, en franco desafío a quienes piensan que el metal es ante todo ritmo y estruendo. “Fade to Black” es en ese sentido una composición ejemplar, una de las más completas del disco, de alguna manera el equivalente a lo que “Stairway to Heaven” fue para Led Zeppelin. Con Ride the Lightning, Metallica no sólo se mostró como una agrupación omnipotente, sino que revolucionó el paisaje todo del heavy metal a nivel universal.

Master of Puppets (Polygram, 1986)
Un clásico de Metallica. A pesar de que no significó un paso adelante con respecto a su antecesor y aunque de hecho repite casi como una calca la estructura de éste, Master of Puppets ha sido considerado por más de un especialista como “el mejor álbum de heavy metal jamás grabado”, lo cual suena como una franca exageración. Es cierto que en lo comercial superó con creces a los dos álbumes anteriores (con tres millones de copias vendidas) y que irrumpió con fuerza en las listas de popularidad. Sin embargo, su calidad artística, aunque innegable, no supera a la de Ride the Lightning; si acaso, sólo la pule un poco. ¿Tuvo miedo el grupo de tomar un riesgo tan grande como con su predecesor? ¿Eligió conformarse con lo ya probado y no aventurarse tan pronto? El caso es que Metallica jugó a lo seguro y volvió a atinar, por más que a algunos esto les haya parecido un signo de conservadurismo. La mayor virtud de Master of Puppets es sin duda su solidez, el ser una especie de bloque sin fisuras, si bien contiene también una mayor variedad estilística, siempre dentro de los límites del metal pesado. Las composiciones aquí son en su mayoría de mayor duración y las letras resultan aún más socialmente críticas que en Ride The Lightning. El thrash continúa presente en temas como “Damage, Inc.” y “Battery” y los arreglos son muy elaborados en “Master of Puppets”, “Dispossable Heroes”, “The Thing that Should Not Be” y la instrumental “Orion”. Master of Puppets significó la consolidación de Metallica como líder del movimiento metalero de los ochenta y un reto enorme para los años por venir.

…And Justice for All (Polygram, 1988)
Primer disco de Metallica sin el trágicamente desaparecido Cliff Burton y primero también con el nuevo bajista Jason Newsted, …And Justice for All es una de los obras menos comprendidas de Metallica. Recuperando el impulso creativo y experimental mostrado en Ride the Lightning, el potente cuarteto se lanzó a la aventura de crear un álbum mucho más sofisticado y elaborado que cualquiera de sus trabajos previos. Con un sentido cercano a lo conceptual, con una temática letrística que hablaba sobre una sociedad en plena decadencia, con sonidos inusuales logrados en el estudio de grabación, con una producción bizarra y estruendosa, Metallica alcanzó y rebasó límites que confundieron a más de uno. Es debido a este pandemonium musical que …And Justice for All no es un disco perfecto y, por el contrario, muestra errores de ecualización que en ocasiones borran literalmente el sonido del bajo del debutante Newsted. No obstante, con todos sus relativos defectos, el cuarto opus en la discografía del grupo propone una complejidad estilística y estructural que convierte a cada canción en una suite llena de cambios y movimientos tan desconcertantes como fascinantes. Difícil de captar, de aprehender en las primeras escuchas, el álbum se va haciendo más y más disfrutable conforme se penetra en sus intrincados y remotos rincones. No deja de ser paradójico que un disco tan poco accesible haya proveído a Metallica de su primer éxito sencillo: la canción “One”, una balada-thrash que llegó al famoso y discutible Top 40 de las listas de popularidad estadounidenses, a pesar de su prolongada duración de más de siete minutos. Sobrevalorado por algunos, subvaluado por otros, …And Justice for All puede ser acusado de resultar en extremo pretencioso (algunos de sus temas son casi imposibles de reproducir en concierto), pero su importancia artística será mejor evaluada en el futuro.

Metallica (Polygram, 1991)
El mayor golpe de timón en la historia de Metallica. El disco que les significó perder a miles de seguidores a cambio de ganar millones de fanáticos… y de dólares. Metallica es el álbum más polémico de la agrupación, su entrada a las grandes ligas del superestrellato y su salida (por expulsión y autoexpulsión) de las oscuras sendas del metal subterráneo. Intoxicado quizá por los excesos experimentales de …And Justice for All, el cuarteto optó por dar un giro radical y dirigirse a lo básico. Había que simplificar su música, escribir canciones más cortas; si eso les redituaba una mayor comercialidad, no hallaron razón para rehusarse. Así, Hetfield, Ulrich, Hammett y Newsted volvieron a correr otro riesgo, pero esta vez en sentido contrario al que corrieron con Ride the Lightning. De pronto, el factor melódico cobró una mayor importancia y así surgieron composiciones más accesibles para el gran público. Sin perder su esencia metalera, conservando parte de su fuerza thrashera pero dando evidentes concesiones, surgieron temas como “Enter Sandman”, “Sad But True”, “Wherever I May Roam” y sobre todo “Nothing Else Matters”, con las cuales escandalizaron a las buenas-malas conciencias de sus viejos seguidores, quienes los acusaron de traición de lesa metalidad. A la comercialidad de Metallica contribuyó el productor Bob Rock, quien dio al disco un sonido pulido, muy alejado de las “sucias” grabaciones de las cuatro obras anteriores del grupo. A pesar de la condena del sector más ortodoxo de los fanáticos de Metallica o tal vez por ello, este disco significó, hace ya 30 años, una nueva provocación que influyó en el heavy metal y cambió la dirección del mismo –¿para bien, para mal?– de manera irreversible.

(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)

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