sábado, 9 de abril de 2011

Siete años de mala muerte*


Después de las marchas contra la violencia que tuvieron lugar en varias partes del país e incluso en algunas ciudades del extranjero, como París y Barcelona; después de la forma como una parte importante de la sociedad reaccionó ante el asesinato del hijo del poeta Javier Sicilia y de seis personas más en Cuernavaca; después, en fin, de casi cuatro años de violencia desatada por golpear al avispero y tratar de acabar inútilmente con las furiosas avispas que atacan a diestra y siniestra, lo menos que se esperaba era una respuesta cuando menos esperanzadora por parte del gobierno federal y no esa especie de “voy derecho y no me quito” que nos hicieron saber desde Cancún, en el marco de la Conferencia Internacional para el Control de las Drogas, tanto el secretario de Seguridad Pública como el propio presidente de la república.
Siete años ha de durar cuando menos esta guerra, nos ha dicho Genaro García Luna, mientras que Felipe Calderón nos avisa que no habrá marcha atrás en su combate abierto contra los narcos. Esto suena muy vistoso en una reunión internacional con los zares antidrogas del mundo, pero suena horrible para los oídos de una sociedad que ya está harta de llevar la diaria contabilidad de los muertos, sean estos sicarios, soldados, policías o las eufemísticamente llamadas víctimas colaterales.
Es obvio que, para como están las cosas, no es posible que el ejército regrese de golpe a los cuarteles y que hay muchas poblaciones que quedarían a merced de la delincuencia si los militares las dejaran a su suerte. Es claro también que la mayor violencia proviene de parte del crimen organizado y su alucinante capacidad de fuego. Pero empecinarse en la misma estrategia, la cual no muestra los resultados que pregonan las autoridades, no parece llevarnos sino a una mayor profundización de esta locura de balas y sangre en la que se ha sumido México a lo largo de este sexenio.
Urgen imaginación y cambios en la forma de encarar esta tragedia. No nos den siete años de mala muerte.

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

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