sábado, 20 de septiembre de 2014

De niños esculcados y otros escándalos

Cuando era chico, mi papá me llevaba al futbol. Íbamos al estadio de Ciudad Universitaria (el Azteca estaba todavía en construcción) y más de una vez, alguno de sus amigos me hizo meter una anforita de contrabando entre mis ropas. A los niños no nos revisaban los policías de la entrada, pero recuerdo el terror que me daba pasar a su lado y la posibilidad de ser descubierto. Por suerte, eso nunca sucedió.
  Lo que quiero decir es que resulta muy sencillo meter cosas a un lugar, si se les oculta en las prendas de los niños. Entiendo que para algunas personas resulte molesta la revisión aleatoria que se hizo este lunes 15 a los chiquillos que entraban al Zócalo capitalino, para la ceremonia del Grito de Independencia, pero hasta donde sé, todo se hizo con respeto y delante de los padres. Sin embargo, las inquisitoriales redes sociales y la histérica (e interesada) corrección política se encargaron de magnificar las cosas para convertirlas, como ya es su obsesiva costumbre, en un efímero escándalo.
  A estos neoinquisidores les encanta hacer de cosas chiquitas verdaderas tormentas de indignación y motivo para desgarrarse las vestiduras. Pero su hipocresía les gana. Nada dijeron cuando la CNTE convirtió al mismo Zócalo en muladar y campamento durante largo tiempo, mas levantan la voz porque –en un error criticable, por supuesto– la plaza se utilizó como estacionamiento durante un par de horas, el pasado 2 de septiembre. Hacen de cuestiones realmente intrascendentes montañas de paja, paja que es oquedad pura, pero que también se presta para ser incendiada.
  Especialistas en hacer ver a México como el peor de la mundos posibles, convierten en follón melodramático lo mismo el vestido que usó la primera dama la noche del 15 que el bostezo fotografiado de una de las hijas del presidente o si uno de los bailarines de Miley Cyrus usó una bandera mexicana para azotarla contra el trasero de la cantante.
  Cosas baladíes a las que se les otorgan dimensiones sobrecogedoras. Tormentas en un vaso de agua. Es el azote de lo políticamente correcto. La progre Santa Inquisición.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya, una opinión sensata.

Anónimo dijo...

Vaya, una opinión sensata entre tanto fuego del averno.