martes, 4 de noviembre de 2014

Un Sargento Pimienta deconstruido

Cuando alguien que no conoce a los Beatles quiere introducirse a su música, uno suele recomendarle que se inicie con el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967), ya que se trata de un plato amable y accesible. Esto no deja de tener cierto grado de paradoja, ya que en su momento el Sargento Pimienta fue un disco que revolucionó al rock y a la música popular y que fue visto como un experimento arriesgado y hasta vanguardista.
  Se dirá que cuarenta y siete años son nada, pero es claro que la percepción de la música es muy otra hoy que hace cerca de medio siglo. Tan lo es que el hecho de que alguien se atreva a deconstruir la célebre grabación beatlesca puede sonar para muchos seguidores del célebre cuarteto como una herejía, como un imperdonable sacrilegio. Pero he aquí que acaban de hacerlo y que dicho sacrilegio es la mar de interesante.
  En 2009, los Flaming Lips, bajo el comando de su sempiterno líder Wayne Coyne, tomaron el álbum The Dark Side of the Moon de Pink Floyd para retrabajarlo por completo y el resultado fue sorprendente. Cinco años más tarde, el grupo ha vuelto a las andadas de las reversiones para desarmar y volver a juntar las piezas del Sgt. Pepper’s… de los Beatles, en un álbum al que han titulado With a Little Help from My Fwends (Warner Bros, 2014).
  Debo confesar que en la primera escucha brotó en mí el espíritu tradicionalista y estuve a punto de rechazar la singular propuesta de Coyne y compañía. Sin embargo, conforme me fui adentrando en el disco, entendí que, de una y muchas maneras, los Flaming Lips estaban haciendo lo mismo que los Beatles en el 67: transformar al estudio de grabación en un gran instrumento, subvertir las convenciones, darle la vuelta a lo establecido y presentarlo con nuevos colores y nuevos sonidos.
  Psicodélico, electrónico, delirante, juguetón, provocativo (“Lucy in the Sky with Diamonds” es interpretada por la invitada más impensable: Miley Cyrus), With a Little Help from My Fwends es un trabajo al mismo tiempo insolente y respetuoso. Una divertida reinvención, una esplendorosa deconstrucción. Una deliciosa osadía.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

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