martes, 28 de abril de 2015

El rockcito sí tiene quién le escriba

Tal vez tomando como modelo los libros publicados hace poco por la revista Marvin, en los que diversos autores escribieron relatos basados en Morrissey o en Blur, la revista Resonancia acaba de publicar un volumen de cuentos intitulado Encore, el cual toma como fuente de inspiración a diversos grupos y solistas del rock que se elabora en México.
  Basados en músicos como La Barranca, Dangerous Rhythm, Café Tacuba, Ely Guerra, Cuca, El Tri, Los Ezquizitos y otros, una veintena de escribidores aporta sus narraciones, mismas que ofrecen una calidad tan desigual como la que existe entre las “bandas” en cuestión (digo, no es lo mismo La Barranca que Fobia o Santa Sabina que los Rebel Cats).
  La edición de Encore es un tanto descuidada (resulta claro que no hubo ya no digamos un corrector de estilo, pero al menos uno de pruebas) y el diseño no ayuda mucho (esa separación de dos espacios entre cada párrafo resulta muy poco atractiva para leer). Tampoco hay un índice o una ficha mínima sobre cada autor. En cuanto al contenido, hay relatos muy buenos, frente a otros bastante pobres.
  Destacan notablemente los cuentos de Armando Vega-Gil, Juan Alberto Vázquez, Rogelio Garza, Juan Carlos Hidalgo, Alejandro González y Arturo J, Flores. Se nota en cada uno de ellos el oficio escritural. En ese sentido, también son recomendables los textos de Raquel Castro y Carlos A. Ramírez.
  Lo que de plano me brincó es que el cuento abridor (“Rockstar”), un relato muy plano y simplón de Joselo Rangel (aunque la anécdota en sí no es mala), haya sido elegido para abrir el libro. Tal vez fue por razones comerciales, pero en él relucen la falta de oficio, la ausencia de estilo, la mala puntuación y horrores como explicar que la palabra “enlamado” tiene que ver con el limo (y no con la lama) o hablar de un tal Keith Richard (así, sin la “s” final). Ello para no mencionar el final, una joya del humorismo involuntario y el egocentrismo chafa al que sólo le faltó añadir la frase “¡Y lo logré!” (léalo usted para que vea a qué me refiero).
  El rockcito ya tiene quiénes le escriban.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

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