viernes, 7 de agosto de 2009

Mi Denisse


Quién iba a decirlo. Poco antes de irme con ella a París, Paulina Chávez (sí, la alguna vez famosa P) me dijo que mi problema con las relaciones sentimentales era que yo me enamoraba de manera demasiado intensa, demasiado apasionada, demasiado arrebatada, demasiado obsesiva. No fueron esas exactamente sus palabras, pero sí el sentido de su comentario. Me puso como ejemplo a su propia relación, la que tenía con su novio, y me confesó que al principio no estaba enamorada de él, que el tipo ni siquiera le gustaba mucho que digamos, pero que poco a poco lo fue queriendo más y más y que era de ese modo paulatino como las cosas funcionaban mejor. No le creí en ese instante. Quise seguir pensando que no, que la manera como yo siempre había caído en el enamoramiento era la mejor o la única que podía darse. No importaba el sufrimiento, pensaba yo, si lo que había detrás era un sentimiento genuino, absoluto, imbatible, etcétera. Ahora me doy cuenta de que no necesariamente es así y que Paulina tenía mucha razón. Lo sé, porque con Denisse me pasó algo diferente a lo que había sucedido a lo largo de mi vida. Cierto, desde que la conocí, hace ya casi diez meses (a los pocos días –vaya ironía- de mi regreso de París y de mi virtual rompimiento con P), la joven mujer de dieciocho años me encantó y lo que hubo entre nosotros fue un amor a primera vista que se tradujo en el casi inmediato inicio de nuestra relación. Sin embargo, era claro para mí que lo que sentía por Denisse no era lo mismo que alguna vez sintiera por Y, por M o por la propia P. Me faltaba aquel fuego desgarrado, aquella furia angustiante, aquella desmesura que me hacía estrellarme una y otra vez contra las paredes que aquéllas oponían, ese sentimiento de angustia, esa enajenación enfermiza que me hacía pensar en ellas día y noche, noche y día. Con Denisse todo resultaba distinto, todo era demasiado bueno, demasiado relajado, demasiado terso y hermoso, demasiado tranquilo. ¿Demasiado? Eso llegué a pensar. De pronto extrañaba aquellos momentos de exasperación que viviera con las otras cuando me rechazaban (disimulada o abiertamente) y me decían que con ellas no había manera. Con Denisse, en cambio, no existía el sufrimiento y eso me parecía raro. Con Denisse no existía el dolor y ello me era desconcertante. ¿Acaso no me gustaba estar a su lado? ¿Era posible que no estuviera enamorado de ella? Lo llegué a considerar en más de una ocasión; así de mal estaba, así de confundidos se hallaban mis sentimientos. Hoy puedo responder que lo que estaba viviendo era un proceso de cambio, un reacomodo de lo que sentía, de la manera que tenía de vivir y, sobre todo, de sufrir el amor. Hoy puedo decir que lo que siento por Denisse es el amor más puro que he sentido en mi vida y que ese amor y ese enamoramiento se han ido construyendo paso a paso, a lo largo de estos casi diez meses. En Denisse he encontrado a una mujer que me ama por lo que soy y que lo hace de la manera más desprendida, generosa, sincera, auténtica que puedo concebir. Con ella no tengo la menor duda: me quiere, me adora… y yo he aprendido a quererla, a adorarla, a amarla. Todo es perfecto con ella. Tanto que ni siquiera hemos tenido una pelea en los cerca de trescientos días que llevamos juntos. Jamás hemos discutido, simplemente porque no ha existido motivo alguno para ello. Juntos reímos todo el tiempo, juntos sonreímos todo el tiempo. Nuestros besos, nuestros abrazos, nuestras caricias, todo ello está impregnado de pureza, de dulzura, de ternura, de pasión, del amor más auténtico que he conocido jamás en una mujer. Me ama, la amo, nos amamos...

Lo paradójico del caso es que ahora que estoy seguro de ello, de que somos una pareja cuya diferencia cronológica (hay treinta y cinco años de distancia entre la una y el otro) desaparece ante nuestras similitudes interiores, ahora que todo transcurre con una aterciopelada perfección de comedia romántica hollywoodense, se aproxima un cambio que nos llevará a separarnos durante un muy largo periodo. Dentro de seis meses, Denisse estará a miles de kilómetros de aquí. Eso me alegra, porque será algo muy bueno para su desarrollo profesional y personal, porque va a estudiar aquello que realmente la apasiona y yo la apoyo y la apoyaré siempre. Pero conforme me doy cuenta de lo que esa separación significa, comienza a entrarme una desazón y una sensación de vacío que por lo pronto me llena de desconcierto. Cuando mi Denisse parta, a principios del próximo año, nuestra relación proseguirá a distancia. Eso es lo que ambos nos hemos propuesto. Pero sabemos que las cosas serán difíciles y cuando menos yo soy consciente de que todo puede cambiar. Lo hemos hablado y preferimos no pensar mucho en ello. Parte del éxito de nuestro noviazgo (sigo sin acostumbrarme a esa palabra) se ha debido a que hemos vivido en el día a día, sin tratar de forzar cosa alguna, y a que nos hemos dejado conducir por donde nos lleva la vida. Así será cuando ella se vaya a estudiar lejos. La vida decidirá. El destino dirá la última palabra. Lo único claro en estos momentos y a medio año de su partida es que la amo con toda mi alma y que lo que ella me ha dado hasta ahora es una de las mayores felicidades de mi existencia, sólo comparable al nacimiento de mis dos hijos. El tiempo dirá. No hay que preocuparse. Al menos habrá que intentarlo.

7 comentarios:

Perro Zombie dijo...

caramba !!!... bastante emotivo todo esto mi querido HGM... y pues ni hablar, ya lo has dicho de manera clara y elocuente... todo sea por su desarrollo profesional y personal... mientras a disfrutar todo lo que pueda haber con ella durante estos 6 meses, después... ya en su momento se verá... saludos !

Anónimo dijo...

Chale Don H, cuantos contrastes, primero el desconcierto después la desazón, ni modo coo diría Ciorán, es parte del inconveniente de haber nacido. Saludos y ánimo.

Denisse Berman dijo...

Con eso de que casi no soy chillona, se me salieron varias lagrimillas, amor. Sé que estar sin tí tanto tiempo será difícil, mucho, pero por eso trato de disfrutarte - disfrutarnos - al máximo cada instante. Te amo.

judith dijo...

¿Tan tarde descubriste que en el amor no todo es perfecto? ¿Y que no es precisamente para sufrirse? Sin embargo cuando un sentimiento es real y se quiere de esa manera, inevitablemente llegará el momento en que la misma vida te pone en situaciones de prueba, y no precisamente para comprobar el amor de su relación que por lo que dejan ver ambos de verdad se quieren pero también debes estar conciente que a ella le falta mucho por vivir, sobre todo realizarse profesionalmente y si aceptas que ella se vaya en pos de su superación realmente estan demostrando la madurez de su relación, en la confianza que le tienes y ella a ti. De corazón les deseo lo mejor y vivan día a día antes de la partida.
Un abrazo a ambos.

Rodrigo R. Herrera dijo...

Vaaaaaya hasta que por fin supe quien era la famora P jaja.
Haber si despues dices quienes son las demas letras porque no quiero morir angustiado.

Suerte en todo don Hugo ;)

Anónimo dijo...

Uff, que dificil.

Pinche vida que no tiene logica ni sentido.

Mucho animo Hugo.

Miriam Canales dijo...

¡Ánimoooo! :)