sábado, 31 de octubre de 2009

El país del revés


Es el país del revés. Si al principio de su gobierno, el presidente Felipe Calderón decidió abrir una guerra contra el narco y el crimen organizado, ahora –a la mitad de su mandato-, se lanza belicoso contra los grandes empresarios, en una actitud y hasta con un discurso que muchos comparan atinadamente con los de su supuesto enemigo político número uno, Andrés Manuel López Obrador (¿lo recuerdan? Sí, es el papá del junior que usa tenis Louis Vuitton de ochocientos dolarucos, tiene una “muchacha” y se va a yatear con pirrurras de muy buen ver).
Es el país del revés. Porque mientras en el Senado de la república son ahora el PRI y el PAN los que se traen un desmadre (con lo que han desplazado del ojo público –aunque nomás por un rato, eh– al gran Noroñas), dentro del propio gobierno, un subsecretario de la Sagarpa se avienta la puntada de recomendar a los campesinos que adopten las estrategias de mercado de los narcotraficantes, lo que ya le costó el puesto.
Es el país del revés. Porque en tanto el mundo avanza a velocidad vertiginosa, nosotros nos vamos quedando atrás por el miedo a efectuar los urgentes –e ingentes– cambios estructurales que nos subirían al carro de la historia y de la economía contemporáneas. Porque seguimos atados a los viejos esquemas mentales del nacionalismo revolucionario que nos mantiene en el atraso económico y social. Porque como bien dicen Jorge G. Castañeda y Héctor Aguilar Camín en su excelente ensayo “Un futuro para México”, publicado en el nuevo número de la revista Nexos, “El PRI salió de los Pinos pero no del alma de México” (y ya viene de regreso, añadiría yo).
Es el país del revés. Porque padecemos a una izquierda reaccionaria, a una derecha desconcertada y a un centro que perdió el centro. Un país gobernado por políticos que no hacen política y carecen de visión ya no digamos de largo, siquiera de mediano plazo.
Es el país del revés. Un país delirante que avanza en reversa.
Es el país del revés. Un país para Franz Kafka, pero también para Lewis Carroll.

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