lunes, 9 de noviembre de 2009

Entrevista al monero Hernández*


¿Cómo te iniciaste, por qué ser monero?
Fíjate que hoy en la tarde me di cuenta de que este mes cumplo quince años como monero, precisamente. Empecé en 1994. Para entonces, ya llevaba algunos años de hacer ilustración en caricatura. Estudié pintura en San Carlos y mientras estudiaba, iba a redacciones de periódicos y de revistas a pedir chamba de ilustrador. Pero fue en el 94 cuando empecé a hacer cartón por gusto. Ese fue un año importante, porque fue el último del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, el año del surgimiento del zapatismo. Ese año hubo elecciones, mataron a Luis Donaldo Colosio, el Atlante se fue a segunda división, nació La Mosca y nació también una revista que se llamó El Chahuistle, misma que dirigía Rius junto con Antonio Helguera. Me gustó mucho esa revista y quise colaborar en ella. Me aceptaron y me acuerdo que hicimos algunos números sobre Colosio. En aquel momento su campaña no levantaba, porque estaba lo de Chiapas y Manuel Camacho Solís acaparaba los reflectores. Entonces me puse a hacer una historieta que era una parodia de Rescate 911, en la que Colosio pedía que lo rescataran para salvar su campaña, pero todavía no terminaba yo esa historieta cuando lo mataron. Obviamente no salió publicada. Lo primero que apareció mío fue un Salinitas con ropita para recortar y vestir. Ver mi trabajo en El Chahuistle para mí fue increíble, porque era estar al lado de Rius, a quien tanto admiraba y leía.

¿Quiénes estaban aparte de Rius?
Los directores eran Rius, El Fisgón y Helguera. Había muchos colaboradores que incluso ahora ya no hacen caricatura, como Damián Ortega, quien ahora es un gran artista conceptual. Él hacía una historieta muy completa. Estaban también Jis y Trino, claro. De hecho, la idea de El Chahuistle era retomar la tradición de La Garrapata. La revista duró hasta 1995. Por septiembre de ese año, decidimos salirnos de Posada, la editorial que la editaba, porque sus dueños se agandallaron el nombre de la publicación. Cuando nos fuimos, siguieron sacando un Chahuistle apócrifo y nosotros hicimos otra revista. No podíamos utilizar el mismo nombre, porque estaba registrado por ellos, y pensamos en otro que se le pareciera y ese fue El Chamuco que apareció en 1996.


¿También colaborabas en otros medios?
Desde el 97 participé en Milenio, en la revista, y en el 2000 empecé a hacer un cartón diario, ya en el periódico. Dibujar un cartón diario es una cosa distinta, algo que tiene sus características propias, y así estuve hasta el 2005 que salí de Milenio y me fui a La Jornada y Proceso. En el 2007 volvimos a sacar El Chamuco, lo resucitamos después del fraude electoral.

¿El Chamuco tiene dirección colectiva?
Sí, desde la primera época es una dirección colectiva. Somos cinco hijos del averno: Rius, El Fisgón, Helguera, Patricio y yo. La revista se hace de milagro, como Dios nos da a entender. Si bien los cinco somos como los directores, cada quién hace lo que quiere, incluidos los colaboradores. No hay una línea editorial. Bueno, sí la hay, porque obviamente somos periodistas con una filiación muy clara de izquierda y quienes se acercan para colaborar lo hacen por que existe esa coincidencia. Pero igual, no importa. Por ejemplo, con las recientes elecciones, en algunas páginas habíamos quienes estábamos en contra de esa cosa del voto nulo y había otros que lo defendían a capa y espada. Entonces, dentro de las páginas de la revista se dio un debate interesante.

¿Cómo haces para idear un cartón diario, para sintetizar en un dibujo toda una idea? ¿No es como para enloquecer?
Pues sí. Yo estuve seis años sin hacer cartón diario que era lo que quería. Ahora lo hago desde el 2000. En Milenio era de lunes a viernes y en La Jornada es de domingo a jueves. Lo que hacía antes eran cosas para El Chamuco, que es quincenal, y para la revista Milenio Semanal. La de ahorita es una periodicidad distinta y te obliga a ver las cosas de manera distinta. Mucha gente piensa que hacer monos y pensar chistes es facilísimo y más con la política que padecemos, en la que los políticos ya vienen hechos caricatura desde antes y hasta dicen chistes, así sean involuntarios. Uno de los recursos humorísticos de la caricatura es la exageración y llevar las cosas al extremo, pero esta gente que está en el poder -no nada más los políticos, también el clero, los empresarios- ya es tan absurda y lleva su absurdo tan al extremo que más bien pareciera que lo que nosotros tenemos que hacer es ponerle coherencia a eso. Por eso se cree que es una labor fácil, pero no. Realmente es una cuestión complicada. La caricatura es algo que no se estudia. No hay escuelas de caricatura. Sin embargo, es un género periodístico y además debes tener nociones de dibujo, de composición, de perspectiva, pero también de teoría política, de sociología, de recursos del humor, estar siempre al día. No es tan sencillo, pues, pero finalmente uno va creando una dinámica extraña, como que ya está uno en automático y ya tiene uno ciertas mañas, ciartos recursos que lo facilitan. Pero sí: cada día sufro mucho, sobre todo en el momento de sentarme a pensar la idea.


¿Qué vale más: la idea o su realización?
Lo ideal es mantener un nivel mínimo de calidad en tu trabajo. Yo prefiero sacrificar el humor por la precisión gráfica; además, siento que me cuesta mucho trabajo ser un buen humorista. Hay colegas que envidio mucho, como El Fisgón o Trino, que hacen cosas chistosísimas. Patricio hace un humor impresionante, pero a mí se me complica. Entonces, trato de contrarrestar esa falla con ser muy preciso y muy salvaje en la crítica. Tengo en la mente siempre a un caricaturista inglés, Gerald Scarfe, el que hizo los diseños de Pink Floyd, The Wall. La caligrafía de Pink Floyd, The Wall es su letra. Se trata de un extraordinario caricaturista, un exponente del humor inglés sin concesiones. Hay una caricatura que hizo de Margaret Thatcher, antes de que ésta fuera primera ministra, cuando era líder del partido conservador, en la que aparece como una perra que defeca y la caca es su contrincante para líder de dicho partido. Se trata de una caricatura muy salvaje. Siempre lo tengo en mente y me gustaría que en México llegáramos a esos niveles de crítica.

¿Por qué no se puede hacer aquí? ¿Hay censura o autocensura?
Porque los directores de todos lados -bueno, menos de El Chamuco, ahí sí publicamos cualquier cantidad de barbaridades- no lo permiten. En los años setenta, había tres cosas prohibidas para los caricaturistas: no se podía hacer cartones sobre el presidente de la república, sobre la virgen de Guadalupe y sobre el ejército. Hoy eso ha cambiado, pero persisten elementos que son más complicados de tocar, como los sectores donde está el verdadero poder. Nadie se mete con Carlos Slim y hasta hace poco era imposible hacer una crítica al padre Maciel, porque muchos grandes empresarios eran amigos suyos. Difícilmente uno puede criticar no sólo a Emilio Azcarraga, sino incluso a Joaquín López Dóriga o a Carlos Loret de Mola. Eso por un lado. Por el otro, he visto que hay otros elementos que ya no por presiones del poder, sino por una especie de autocensura que no comparto, pero que es un común denominador en los medios, no es fácil publicar. Me refiero a cartones con referencias sexuales o escatológicas. Tengo cartones con connotaciones sexuales que me gustan mucho y creo que son muy válidos, pero que no puedo publicar. En La Jornada es muy difícil. Lo mismo en Proceso. Cuidan mucho el llamado buen gusto. Si algo es de mal gusto, puede constituir una ofensa para los lectores. Lo entiendo. Afortunadamente, para eso tenemos El Chamuco.

Esto en lo que toca a medios impresos, ¿pero en medios como internet?
Ahí sí. Internet es tierra de nadie y puedes hacer lo que quieras. De hecho, por eso me dieron ganas de tener mi página en la red (http://www.monerohernandez.com.mx/). Ya tengo bastantes años con ella. El blog es más reciente, tiene poco más de un año, pero la página lleva como seis. La idea era sacar cartones muy salvajes que en los medios impresos no se iban a publicar. Por ejemplo, hay uno de Vicente Fox. Está sentado en la silla presidencial, con tremendos huevotes que le llegan al piso, mientras se rasca y dice: “Y va a haber mayor flexibilidad”. Hice otro que empezó a circular en internet y le pusieron “Los perros de Televisa” que era Azcárraga con una jauría de canes muy curiosos que eran López Dóriga, Loret de Mola, Denise Maerker, Brozo, Adela Micha. Lo malo es que el porcentaje de gente que se mete a internet es todavía muy pequeño. Sin embargo, creo que es necesario y deber de nosotros ir abriendo espacios donde podamos decir algo que no sea lo que los poderosos dicen. Me cuestionan mucho mi lopezobradorismo, pero finalmente la de Andrés Manuel es una voz distinta al grueso de las que se escuchan.

¿Se puede ser caricaturista político y al mismo tiempo ser (lo que algunos llaman) objetivo?
Desde hace tiempo existe la idea de que los que ejercemos la crítica, desde los caricaturistas hasta los analistas, debemos ser objetivos, imparciales. Yo no estoy de acuerdo, eso no existe. Además, no podemos ser equilibrados. ¿Cómo vamos a ser equilibrados ante una realidad totalmente desequilibrada? De hecho, pienso que lo que más vale es que tenemos una posición muy clara. A mí sí me pueden acusar de parcial.

*Publicada originalmente en La Mosca en la Red. Ilustraciones: Hernández.

2 comentarios:

Su Satánica Majestad dijo...

¡Qué tiempos aquellos de El Chahuistle! Hernández, junto con el maese Helguera, eran mis moneros favoritos, los que hacían los dibujos con mayor calidad y con las líneas más salvajes. Qué buena entrevista. La agradezco.

Anónimo dijo...

Excelente entrevista!