Extraño tu cuerpo*

Extraño tu cuerpo
ese mismo que no miro
desde aquella mañana
en que te vestiste
por última vez
frente a mis ojos

Extraño tu cuerpo
tus labios suculentos
y con ellos
la seda de tu piel
la largueza de tus piernas
la suave colina de tus nalgas
la brevedad de tus senos
la perfección de tu ombligo
la profundidad de tu sexo
húmedo
feraz
barroco
adictivo

Extraño tu cuerpo
y con tu cuerpo tu risa
y con tu risa tu voz
y con tu voz tus palabras
y tus tarareos
y esa dulzura tan tuya que en vano
tratas de ocultar de mil maneras

Extraño tu cuerpo
ese mismo que ocupó
el lado izquierdo de mi cama
y que dejó su marca indeleble
imborrable
sonriente
bajo las sábanas hoy frías y ayer cálidas
moldeadas de tanto tocarte
de tanto posarse sobre tu efigie de espiga

Extraño tu cuerpo
ese cuerpo que me dejaste poseer un día
y que luego escapó de mí
efímero
fugaz
evanescente
sin que pudiera retenerlo
sin que fuera capaz de detener su huida
y que dejó un vacío totalitario
dictatorial
injusto
entre mis manos trémulas

Extraño tu cuerpo
-¡cómo lo extraño!-
y daría lo que fuese
mis canciones todas
los libros que me han hecho feliz
la música que me convirtió en un hombre bueno
los instantes de dicha cursilínea
los viajes
las películas
los sonidos del piano y de la lluvia y del silencio
la tímida luminosidad de la luna en cuarto creciente
la soledad gozosa
las mujeres a quienes he amado
la placidez que sobreviene a un buen vino
a una buena lectura
a un buen orgasmo

Todo lo daría
incluido lo que me resta de vida
si me concedieras el privilegio de volver a tener
piel a piel
calor a calor
tersura a tersura
la maravilla interminable
inagotable
majestuosa
de tu bienaventurado cuerpo

*No estoy seguro de haber subido alguna vez aquí este poema que escribí hace diez años, en 2001. No revelaré quién es la musa inspiradora, pero es un texto que me gusta mucho y que me parece bien reproducir al iniciar este añó y esta década.