A mediados de
los sesenta, en medio de la llamada contracultura hippie, surgieron dentro del rock personajes que obedecían a esas
singularidades friquianas. Agrupaciones como The Fugs, Captain Beefheart and
His Magic Band, The Bonzo Dog Band o The Mothers of Invention, encabezada por
el freak por antonomasia, el genial
Frank Zappa, tenían una propuesta artística muy diferente a la del mainstream contracultural, al flower power que pregonaba el haz el
amor y no la guerra. Discos como The Fugs,
The Doughnut in Granny’s Greenhouse, Trout Mask Replica y, sobre todo, Freak Out y Absolutely Free proponían una visión del mundo sardónica e
irreverente, absoluta y perfectamente freak.
Esto se complementaba de manera más que saludable con la obra gráfica de otro freak de freaks, el gran Robert Crumb y sus comics salvajes que desnudaban y ponían en evidencia al american way of life.
Esa fue, por
llamarla de alguna manera, la época de oro de los freaks, quienes con los años demostraron ser los tipos más cuerdos
del planeta (ahí están la trayectoria y el más que articulado discurso del
propio Zappa para demostrarlo).
Más adelante
habría otros freaks en la música
(bandas como The Residents, Primus o Butthole Surfers lo fueron de uno u otro
modo, aunque jamás se jactaron de ello) y en la propia cultura popular
norteamericana (con gente tan delirante como Harvey Pekar y Daniel Johnston).
Sin embargo, hasta ahí llegó la cosa y lo que hubo después fue más bien una
ridícula caricatura de lo freak, con
bandas como Insane Clown Posse, Limp Bizkit, Bloodhound Gang y Slipknot o farsas
actuales como Lady Gaga. Incluso gente más interesante, como Marilyn Manson o
Rob Zombie, no alcanza esa categoría.
En México, lo
más cercano a lo freak no ha estado
en la música sino en la política y en el mundillo de la farándula y eso más por
obra de los cirujanos plásticos que por el desarrollo de una idea crítica y
cáustica de nuestra realidad (quizás un escritor como Parménides García Saldaña
estuvo cerca de ser el freak mexicano
que nunca hemos tenido, pero su muerte temprana frustró esa posibilidad que
tampoco se logró con personajes como mis muy estimados Capitán Pijama y Dr.
Fanatik, quienes siguen empeñados en ello y no descansarán hasta conseguirlo o
morir en el intento). Así pues, deberemos conformarnos con seudofriquis como
Elba Esther Gordillo, Lucía Méndez, Alfredo Palacios o Carmen Campuzano (no
vale la pena mencionar a ese mal intento de freaks
en el rockcito nacional que es Moderatto, un grupo de verdadera pena ajena).
Para
finalizar, una petición a la Real Academia de la Lengua: que se adopten
palabras como el verbo friquear y sus
derivado friqueante y friqueado, ya que en nuestro idioma no
existen vocablos que definan de manera exacta lo que el término significa en
inglés. No es igual decir “estoy friqueado” que “estoy sacado de onda” o “estoy
desconcertado”, etcétera. La contundencia no es por mucho la misma.
Freak out!
*Publicado este mes en la revista Marvin.
*Publicado este mes en la revista Marvin.
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