No deja de sorprender que don Javier no
sólo pierda los estribos, sino que su voz se convierta en cuerno de chivo para
llenar de insultos e improperios a algunos reporteros que le hicieron preguntas
a las que calificó como “hijas de la chingada”. Desde un “¡Yo no los busqué,
cabrones: ustedes están aquí porque quieren!” hasta su “¡Si no me quieres oír,
me vale madres!”, Sicilia se negó a poner la otra mejilla y arremetió contra
quienes le parecieron algo así como mercaderes del templo. Tal vez el hecho sea
meramente anecdótico, pero no deja de ser significativo sobre la delicada piel
(se ponen como jarritos de Tlaquepaque, diría el filósofo) que muestran algunos
personajes que navegan con bandera de predicadores de la tolerancia y que en
ocasiones resultan los más intolerantes.
Atrás quedaron los besos del poeta a
los políticos. Ahora, la Caravana por la Paz se reúne en Chiapas con lo que
queda del EZLN, un grupo que hace ya algunos ayeres declaró la guerra contra el
gobierno. De cenas están las sepulturas llenas, dice mi madre al referir un
antiguo dicho. También de lamentables
incongruencias, añadiría yo.
*Publicado el día de hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.
*Publicado el día de hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.
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