sábado, 17 de septiembre de 2011

Sicilia, you’re breaking my heart*

La violencia está en todos lados, se respira por doquier en un México que en estos días celebra el aniversario número 201 del llamado Grito de independencia (aunque como nación independiente –es un decir– apenas vamos a cumplir 190 años, el próximo día 27). Digo que la violencia está en todos lados no sólo por los más de 50 mil muertos que llevamos a lo largo del presente sexenio (casi medio Estadio Azteca), sino también por las actitudes violentas que empiezan a permear incluso entre quienes dicen rechazar la guerra contra el crimen organizado. Basta ver los mensajes de odio de tantos personeros anónimos, quienes utilizan a las redes sociales para agredir a quienes se atreven a pensar distinto a ellos. Ahora, esa agresividad alcanza hasta a quien se ha venido ostentando como una especie de adalid en contra de la mencionada guerra y a favor de la tan anhelada paz: el poeta Javier Sicilia.
  No deja de sorprender que don Javier no sólo pierda los estribos, sino que su voz se convierta en cuerno de chivo para llenar de insultos e improperios a algunos reporteros que le hicieron preguntas a las que calificó como “hijas de la chingada”. Desde un “¡Yo no los busqué, cabrones: ustedes están aquí porque quieren!” hasta su “¡Si no me quieres oír, me vale madres!”, Sicilia se negó a poner la otra mejilla y arremetió contra quienes le parecieron algo así como mercaderes del templo. Tal vez el hecho sea meramente anecdótico, pero no deja de ser significativo sobre la delicada piel (se ponen como jarritos de Tlaquepaque, diría el filósofo) que muestran algunos personajes que navegan con bandera de predicadores de la tolerancia y que en ocasiones resultan los más intolerantes.
  Atrás quedaron los besos del poeta a los políticos. Ahora, la Caravana por la Paz se reúne en Chiapas con lo que queda del EZLN, un grupo que hace ya algunos ayeres declaró la guerra contra el gobierno. De cenas están las sepulturas llenas, dice mi madre al referir un antiguo dicho. También de lamentables  incongruencias, añadiría yo.

*Publicado el día de hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

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