martes, 7 de abril de 2015

¿Quién es Mark Ronson?

No sé si fue porque estábamos en plena Semana Santa, pero hasta hace un par de días aún no decidía de qué escribir en esta mi columna musical de los martes en la querida sección ¡hey!, de Milenio Diario. Entonces Alain, mi hijo mayor, DJ de profesión desde hace doce años, me recomendó que escuchara el más reciente disco del músico y productor británico Mark Ronson. El nombre me remitió de inmediato al ya desaparecido y legendario guitarrista Mick Ronson, mano derecha de David Bowie en su etapa glam, y aunque al parecer no existe parentesco entre ambos, me llamó la atención buscarlo para conocer su música.
  No me arrepentí. Con una discografía que data de 2003, cuando grabó el álbum Here Comes the Fuzz, Mark Ronson hace una mezcla de música soul de los años setenta (llamémosle retro soul), pero con elementos de rock y del pop electrónico actual, todo con una producción impecable.
  Ronson compone, programa, arregla y produce. Para las partes vocales, invita a diferentes intérpretes (por sus discos han pasado cantantes y raperos como Mos Def, Sean Paul, Rivers Cuomo o Jack White). Esta fórmula le ha funcionado de maravilla y le vuelve a funcionar en su más reciente trabajo: Uptown Special (RCA, 2015).
  Con notoria influencia de gente como Stevie Wonder (cuya armónica aparece en un par de cortes) y Terence Blanchard y con reminiscencias lo mismo de Donald Fagen y Steely Dan que del funk de The Meters y James Brown, el rap de Public Enemy y hasta el neo soul de Janelle Monáe o el rock pop de Phoenix, las once piezas que conforman este plato resultan una muy grata y variada colección de composiciones, cuyas letras, por cierto, fueron escritas en su mayoría nada menos que por un ganador del premio Pulitzer: el novelista Michael Chabon.
  Esta vez con voces invitadas como, entre otras, las de Bruno Mars, Mystikal, Keyone Starr, Andrew Wyatt y Kevin Parker, además de un formidable grupo de músicos de sesión, Uptown Special es literalmente un discazo que homenajea a la música negra en su versión más rítmica y bailable, un álbum que habría hecho felices a Sly Stone y Michael Jackson.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente álbum!