domingo, 30 de agosto de 2015

Santa Carla Morrison del divino verbo

Ilustración: Ricardo Sandoval.
¿Qué fue primero, la gallina, el huevo o la divina garza envuelta en huevo? Dicen que en tierra de ciegos, el tuerto es rey. Todo lo anterior puede aplicarse quizás al momento ¿afortunado, infortunado? en que apareció Carla Morrison, con su vocecita de agudo trino y escasa potencia, para cantarnos -al más puro estilo de Nicolás Maduro cuando cree ver a Hugo Chávez paradito en el pretil de su ventana- sobre el pajarito del amor.
  El rock en México nunca ha vivido una época de oro. Todo lo contrario: en más de medio siglo de existencia no logra salir de su mediocridad y su infantilismo (claro, con esas honrosas excepciones que no hacen sino confirmar la regla). Sin embargo, en etapas anteriores pasó por momentos menos malos, menos lamentables que el actual y es justo en estos patéticos momentos que arriba Carlita Morrison con sus lloriqueos insufribles para irrumpir como la superestrella que nadie esperaba, nadie deseaba y que, sin embargo, logra encumbrarse en forma inopinada y sorpresiva, para convertirse, de la noche a la mañana, en una rockstar que no canta rock (peor aun que “la reina del rock”, Alejandra Guzmán, quien tampoco canta rock pero al menos actúa como si lo hiciera y hasta se junta a hacer el ridículo con Moderatto).
  Uno no logra explicarse de dónde salieron de pronto esas “grandes” figuras del rockcito que se pergeña en México y que con su gran peso específico no hacen sino hundirlo más. ¿De qué extraño y tétrico laboratorio salieron Juan Cirerol, Enjambre, los Románticos de Zacatecas, los Daniels o la propia Morrison?
  Pero centrémonos en la rotunda cantante bajacaliforniana. ¿Qué hay con su música? Aunque se vista como pata, camine como pata, se contonee como pata y grazne como pata, doña Carla no es una pata. Pero se hace pata para colarse en un medio que, por la naturaleza de sus composiciones y su estilo, no le corresponde: el del rock. ¡Claro, son otros tiempos y hoy lo que rifa es el eclecticismo y el crossover! Si los Ángeles Azules y el Sonido Orangután (o como se llame) se pueden presentar en el Vive Latino, ¿por qué Carla Morrison no y hasta acompañada -¡a wilbur!- por un mariachi? ¡Seamos abiertos! El rock ya nada significa. ¿Las raíces negras del género? ¡Ja ja! ¡Esas son antiguallas de viejitos gagás! No: traigamos a la cumbia que es parte de nuestras más profundas raíces como pueblo (sí, ya sé que no somos colombianos, pero ¿quién se fija en nimiedades?) o recurramos a los sones mariacheros pues, finalmente, la propia Morrison (¡Dios y con ese apellido! ¿Qué dirían el buen Jim y el buen Van?) ha declarado que de chica no escuchaba rock sino música ranchera mexicana y que eso es lo que la alimentó artísticamente (es un decir) en sus primeros años.
  Representante central del rockcito ñoño (ese de cancioncitas bobaliconas cantadas con voces de niñas bembas), al lado de Natalia Lafourcade y Ximena Sariñana, Carla Morrison tiene a la monotonía estilística de un lado y a la hueva existencial del otro. Ese sonsonete cursi y zonzo que aparece en una canción sí y en otra también de su repertorio es su sello de fábrica y lo que, de modo más que inexplicable, la ha hecho no sólo colarse hasta adentro de una industria musical que vive su peor momento, sino ser incluso nominada a los Grammys latinos (no muy prestigiados, por cierto) y recibir todas las alabanzas de nuestro glorioso periodismo de espectáculos y hasta de una que otra revista “de rock”.
  En México hay y ha habido grandes cantantes femeninas del género. Ahí están Rita Guerrero y Nina Galindo, Cecilia Toussaint y Mayita Campos, Baby Bátiz y Leticia Servín, Maru Enríquez y Laura Koestinger, Iris Bringas y Eli Guerra (y hasta Julieta Venegas en sus dos o tres primeros discos). Eso para no hablar de una Yekina Pavón, una Margie Bermejo, una Betsie Pecanins, una Magos Herrera, una Verónica Ituarte o una Iraida Noriega. Voces aguerridas, poderosas, expresivas, sofisticadas, autenticas, desgarradas, sin ñoñerías. Pero ahora vienen a decirnos que la mejor de todas es Carla Morrison, con sus bofas ínfulas de diva artificial. ¡Que el alma de Janis Joplin nos coja confesados!

(Texto publicado en la sección "Vacas sagradas" de la revista Mosca No. 9, de julio de 2014, bajo el seudónimo colectivo de Goyo Cárdenas Jr.)

4 comentarios:

Unknown dijo...

Yo lo he dicho siempre pero ahora tengo que reservarlo para no incomodar a nadie y así evito me crucifiquen ... desde Lafourcade hasta Morrison, traspasando a la ridicules de Cirerol, es una pena contundente que esto sea considerado rock, y que además jale a tanta banda, caemos poco a poco en la ironía, por aquellos rockeros que odian la cumbia pero aman el crossover cantado por la mamá de morrison, la sariñana ... deja ver porque la sociedad mexicana está como está, tan apendejados con cualquier mamada, tan mansitos ... tan rockeros de pacotilla, todo ha perdido sentido, esta tan adormecido el nervio musical que ya ni vale la pena sentirnos incrédulos por ello. Hace poco platicando con un maestro de canto, me comentaba lo pinche metido tiene la nueva generación el tonito cantador que ha dejado este legado de mujeres. Cada que aparece alguien con una pizca de talento muere rápidamente al escucharse igualito, como si fueran de la misma camada.

Lo más cagado fue que hace unos días alguien me dijo: ya escuchaste a Mon Laferte? ya escuchaste a Meriel mariel? son fuera de lo normal!! tan solo por ese comentario me deje llevar y les di play en yutube ... para mi fue lo mismo, no más que son chilenas y se vinieron a hacer fama en donde saben que es bien aceptado y consumido este "rock" tan cursi. Entonces recorde eso de "son fuera de lo normal" y perdi cualquier pedacito de fé que me quedaba en la escucha nacional.

Anónimo dijo...

Hay otras voces del norte (tijuana)... nada ñoñas...
Nidia Barajas de Makila 69 canta Si estoy loca...
https://www.youtube.com/watch?v=PJdP_TNC27Q

paco castorela dijo...

real, real, real...

paco castorela dijo...

real, real, real...