Se va el GIEI y tras él deja una estela de incertidumbre, desconfianza, divisiones, encono, veneno y minas explosivas. Financiado por el gobierno con 2.5 millones de dólares, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes se dedicó durante un año y medio más a torpedear a la PGR y el gobierno que a buscar el verdadero destino final de los 43 normalistas desaparecidos y casi seguramente ejecutados.
Notoriamente preocupados por atacar la famosa “verdad histórica” del ex procurador Murillo Káram y con la obsesión de desmentir la posible quema de restos humanos en el basurero de Cocula, desde un principio resultó claro que su idea fue quedar bien con los sectores antigubernamentales y exhibir internacionalmente al Estado mexicano. No sé si esas eran las instrucciones que recibieron por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, pero mi impresión es que el GIEI no vino a esclarecer el caso Ayotzinapa (de hecho, no lo hizo), sino a crear más confusión y dar elementos a un sector de la oposición “de izquierda” (ya se sabe: la identificada con Morena, con algunos medios de comunicación y hasta con el EPR), para que continúe con sus ataques sistemáticos contra “el régimen represor”.
Ahora que se quedó sin el jugoso presupuesto que percibía (se sabe que cada experto –cuatro abogados y un psicólogo, ninguno de ellos técnico especializado– recibió cerca de 200 mil pesos mensuales en esos 18 meses, hagamos cuentas...), el GIEI se ha vuelto más agresivo aún y acusa al gobierno de haberle puesto múltiples obstáculos, aunque no especifica uno solo de ellos, al tiempo que se hace homenajear por los padres de Ayotzinapa en una ceremonia llena de collares de flores para ellos y de invectivas para las autoridades.
A mi modo de ver, el gobierno hizo bien en no alargar más la estancia de estos expertos que si a algo contribuyeron fue a hacer más tenso el ambiente y a no proporcionar una sola conclusión que pudiese ayudar al esclarecimiento de los hechos de Iguala y la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa.
Es que la misión del GIEI era otra... y esa sí la cumplió con creces.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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