Se define a sí mismo como investigador y difusor de la historia. No se considera un historiador académico. Apasionado de la historia, sobre todo la de México, prefiere investigarla y difundirla entre una mayoría de lectores a la que no le atraen los textos farragosos de los especialistas y tampoco se conforma con la maniquea historia de bronce, de héroes y villanos acartonados, de fechas obligatorias que memorizar. Esa misma historia oficial en blanco y negro, sin matices de otras tonalidades, la que se enseña en las escuelas que a lo largo de muchas décadas, han seguido las directrices oficialistas de la Secretaría de Educación Pública.
Alejandro Rosas (Ciudad de México, 1969), acaba de publicar Las caras ocultas de Hernán Cortés (Planeta, 2019), libro que de alguna manera acompaña y complementa a la serie Hernán, producida por TV Azteca y que hoy se puede ver por streaming en Amazon Prime. Acerca de su labor historiográfica y de su flamante libro, hablamos con el autor.
¿Cómo nace el libro, fue idea tuya, te fue propuesto por la editorial o por los productores de la serie?
Las caras ocultas de Hernán Cortés es un libro muy sui generis porque, a diferencia de lo que suele suceder, que un libro da pie a una película o a una serie, aquí fue al revés. Cuando los productores de Hernán la terminan, me buscan por medio de Círculo Editorial Azteca y Editorial Planeta, porque querían un libro que pudiera complementar la serie. Evidentemente, la serie está muy bien hecha y muy bien documentada. Hay licencias históricas, como suele suceder en cualquier serie, pero lo importante es que la misma te despierte la curiosidad para buscar más información y conocimiento acerca del tema. Me gustó la idea, me dijeron que tenía que seguir más o menos la estructura de la primera temporada de la serie, en cuanto al espacio y el tiempo, es decir, desde antes de la llegada de Hernán Cortés a México hasta la Noche triste. Pero me dejaron contar la historia libremente. No tenía que seguir los guiones, porque ello no hubiera tenido sentido, sino que tuve la suficiente soltura literaria para manejar los temas, entrar en detalles que en la serie no se tocaban, etcétera. Así fue como nació el libro.
¿Qué es para ti Hernán Cortés, que representa su figura histórica hoy? ¿Sigue siendo ese gran villano que nos inculcaron a los mexicanos en la escuela?
Buena parte del éxito que he tenido como divulgador histórico es que desde hace mucho me liberé de prejuicios. Ya no me casé con dogmas como que si Benito Juárez era el héroe impoluto o si Agustín de Iturbide fue un villano cruel. Yo siempre invito a mis lectores y a las personas que me siguen en los distintos medios donde trabajo a que hagamos un strip-tease de prejuicios. Creo que los mexicanos estamos muy prejuiciados en mil cosas, pero particularmente cuando nos acercamos a la historia de nuestro país. Yo también crecí con la historia de “Cortés el maldito” o de “los malvados españoles, genocidas, explotadores.ambiciosos” a quienes les debemos todas las desgracias habidas y por haber. Se nos decía que los conquistadores estaban conformados por lo peor y más bajo de la sociedad española de aquella época y la verdad es otra. Pienso que hace falta volvernos a acercar a los distintos momentos de nuestra historia y tratar de comprenderla en sus respectivos contextos. Si tú sacas a Cortés, a Hidalgo o a Juárez de su contexto y los tratas de explicar de acuerdo a los valores del siglo XXI, los tres reprueban. Todos ellos tuvieron momentos muy oscuros y tomaron decisiones muy controversiales, pero hay que entenderlos en su circunstancia. Si no, no los comprenderemos y convertiremos a la historia en discurso político. Es lo que estamos viendo hoy con la llamada Cuarta Transformación. La 4T trae un discurso histórico politizado: los liberales maravillosos, los conservadores terribles, etcétera. Hace falta estudiar de nuevo quienes eran los liberales y quiénes eran los conservadores del siglo XIX, las circunstancias en las cuales vivieron. Yo no pienso que Cortés sea un héroe. Sin embargo, si quieres entender lo que es este país, tienes que reconocer que el 50 por ciento de nuestra historia es Hernán Cortés y los españoles a partir de 1519. No somos una nación indígena. Hoy tenemos a un 10 por ciento de población indígena. El otro 90 por ciento es producto de la fusión entre los españoles y los nativos. Nos guste o no, somos hijos de Cortés y de Pedro de Alvarado y de Bernal Díaz del Castillo y de Cristóbal de Olid y de todos los que siguieron llegando. Y somos descendientes de los esclavos negros que llegaron después de la Conquista. Y de las naciones indígenas que estaban en lo que hoy es México. ¿Quieres negarlo? Entonces estás negando a la mitad de tu raíz, a tu padre o a tu madre. Así de simple.
Ya que mencionas a la 4T, ¿qué te pareció la famosa carta que el presidente López Obrador le mandó al rey de España para exigirle que nos pidiera perdón por la Conquista?
Absurda. El discurso funciona porque obviamente la gente que apoya al presidente le aplaude. “¡Qué maravilloso que defienda los derechos de los desposeídos en la historia de México”, etcétera. Pero discúlpenme: la historia universal es una serie de migraciones, sucesiones e imperios. Si siguiéramos esa lógica del pedir perdón, yo exigiría que los descendientes de los aztecas –si es que hoy todavía hay descendientes puros de aquellos mexicas que vivían en Tenochtitlán– pidieran perdón a las tribus que ya estaban en el Valle de México cuando ellos llegaron a invadir y a someter. Los aztecas no nacieron en el centro del país. Pertenecían a las tribus bárbaras del norte. Sometieron a los señores de Azcapotzalco, a los de Tacuba, a los de Texcoco. También a los tlaxcaltecas. Por ahí habría que empezar. Pero son cosas que me parecen muy demagógicas y que pertenecen más a la política que a la historia. Los aztecas llegaron a la gran cuenca de México de la misma forma que lo hicieron los españoles. Ambos eran foráneos. Ambos eran conquistadores. Nadie puede negar que hubo sangre derramada, pero de ahí a llegar al absurdo de hablar de que en la Conquista española hubo genocidio, resulta una barbaridad. Nunca hubo una intención sistemática de Cortés y de los españoles por acabar con la población nativa, como sí pasó con los ingleses en lo que hoy son los Estados Unidos. Nunca hubo un genocidio como el que vimos en el holocausto nazi contra los judíos. Ese tipo de posiciones extremistas son las que impiden que nos podamos acercar a la historia y comprender sus hechos. En la historia, por otra parte, no hay verdades definitivas. Siempre hay que cuestionarlo todo.
¿Hace falta que los mexicanos nos reconciliemos con el pasado?
Reconciliarnos con el pasado no significa que olvidemos. ¡Pero ya pasaron 500 años, por Dios! Somos lo que somos y no se puede hacer absolutamente nada al respecto.
¿Deberíamos estudiar más etapas como la del Virreinato que casi se nos oculta en la enseñanza oficialista de nuestra historia?
Fíjate, son 300 años de dominación española que es más de lo que llevamos como nación independiente. Justo porque la historia oficial ha despreciado esos tres siglos es que no entendemos bien por qué somos como somos.
Un personaje esencial en la Conquista y por lo tanto también en tu libro y en la serie Hernán es el emperador Moctezuma, quien habría permitido la entrada de los españoles en Tenochtitlán por creer supuestamente que eran descendientes de Quetzalcóatl.
Yo creo que hay mucho desconocimiento al respecto. La historia oficial nos dice que los aztecas fueron derrotados porque los conquistadores traían armas de fuego y caballos, además de porque creyeron que los españoles eran descendientes del dios Quetzalcóatl. Es posible que, muy al principio, Moctezuma sí pensara esto último. Pero conforme fue avanzando el tiempo, los indígenas se fueron dando cuenta de que eran humanos, de carne y hueso, que sangraban y morían igual que ellos. Pronto supieron pues que no eran deidades y que hasta se los podían comer. La Conquista no fue entonces porque se creyera que eran dioses. En cuanto a las armas, los cañones no tenían tanto alcance y para cargar un arcabuz, los soldados tardaban hasta diez minutos para cada tiro. Eran mucho más eficaces los arcos y flechas de los aztecas o, en su caso, las espadas, las lanzas y las ballestas de los propios españoles. Cuando Moctezuma recibe a Cortés, aquel ya sabe que este y los suyos son hombres, con dos brazos, dos piernas, etcétera. Aunque eso sí, muy ambiciosos. Esa interpretación de la derrota azteca es fruto de la constante victimización de nosotros mismos. Moctezuma los recibió como a lo largo de su reinado había recibido a otros señores indígenas, con la cortesía que se acostumbraba. De ningún modo se le puede tildar de traidor a su pueblo. Él pensó muy posiblemente que se trataba de una visita y que en poco tiempo se iban a ir. Nunca imaginó cómo terminaría todo. Entre la llegada de Cortés, el 8 de noviembre de 1519, y la Noche triste, el 30 de junio de 1520, pasaron poco más de siete meses y en todo ese tiempo el único incidente violento fue la matanza del Templo Mayor, cuya responsabilidad debe achacarse a Pedro de Alvarado. Yo creo que Cortés llegó a pensar que podría lograr que Moctezuma aceptara ser vasallo del rey Carlos V sin necesidad de derramar sangre.
Otra supuesta traidora es Malintzin, ese enorme personaje histórico femenino que es la llamada Malinche.
De Marina y los tlaxcaltecas yo recuerdo precisamente oír de niño que eran unos traidores a la Patria. En El laberinto de la soledad, Octavio Paz llama a Malintzin “la chingada”, es decir, la mujer violada, la que se entregó a los españoles. Ese es un extremo. Pero tampoco digo que, como algunos afirman en sentido contrario, la Malinche sea la primera feminista que hubo en el país. Marina tenía 15 años cuando junto con otras jóvenes indígenas le fue regalada a Cortés y este se la otorgó a uno de sus hombres, de apellido Portocarrero. Sólo hasta que se descubren sus dotes como traductora, porque sabía hablar maya y náhuatl, es cuando empieza a adquirir un papel fundamental. Yo jamás la tacharía de traidora. ¿Traidora a quién? Siempre perteneció a pueblos sojuzgados por los aztecas. México no existía como país. Ella no traicionó a los mexicanos. Odiaba a los que sojuzgaban a su gente. Igual sucedió con los tlaxcaltecas que vivían sometidos por Tenochtitlán. Estos se unieron a los españoles porque estaban hartos de los aztecas, de los tributos que les exigían, de los prisioneros que les tomaban para sacrificarlos. Entonces tampoco se les puede considerar como traidores. Marina es un personaje fundamental en todo el proceso de la Conquista. Su lealtad fue con Cortés, porque él fue quien la liberó de los yugos a los que había estado atada toda su vida. Estuvieron juntos de 1519 a 1526 que es cuando él la casa con uno de sus hombres, aunque antes, en 1523, habían tenido un hijo al que llamaron Martín. Marina al final fue recompensada por Cortés en muchos sentidos.
Háblame del papel de Bernal Díaz del Castillo.
Me gusta mucho Bernal. Aunque hay quienes tratan de descalificarlo por haber sido tan cercano a Hernán Cortés –y por ello lo consideran parcial– o por haber escrito su Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España veinte años después de los acontecimientos. Pero el hecho es que estuvo ahí. No hay otro personaje con esa lucidez y esa capacidad de escritor que haya sido testigo presencial de los hechos. Bernal era un soldado que se puso a escribir años después. ¿Qué su testimonio puede ser sesgado? Imposible que no lo sea. Él cuenta las cosas como las vio y como las juzgó. Pero nadie le puede quitar el mérito de que estuvo ahí, de 1519 a 1521; que conoció personalmente a todos los personajes –Cortés, Moctezuma, Marina, Pedro de Alvarado– y que escribió un libro maravilloso. Para mí es la fuente principal de la Conquista. Incluso hacer una serie sobre su persona estaría muy bien.
El libro termina en el momento de la llamada Noche Triste. Cuitláhuac aparece casi al final y Cuauhtémoc de hecho no es mencionado en el libro y tampoco en la serie. ¿Esto quiere decir que habrá una segunda entrega de Las caras ocultas de Hernán Cortés y por consiguiente una segunda temporada de la serie Hernán?
Los protagonistas que mencionas vendrán en una segunda entrega del libro que espero salga este año. Sobre la serie, parece que ya están trabajando en una segunda temporada. No se puede quedar a la mitad. Faltan muchas cosas por contar. Es fundamental conocer lo que sucedió después de la Noche Triste.
¿Podrías mencionar tres libros que recomiendes a nuestros lectores para ampliar la bibliografía sobre Hernán Cortés?
Básico: Hernán Cortés de José Luis Martínez. Una obra fundamental. Desde luego también la Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo. Por último, La conquista de México de Hugh Thomas, sobre todo para alejarnos de ese apasionamiento en el que de pronto caemos en México con respecto a Cortés. Con esa frialdad flemática de los ingleses, Thomas hace un relato histórico extraordinario.
(Entrevista publicada el día de hoy en la versión en español de Los Ángeles Times)
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