martes, 1 de febrero de 2011

¿Sufrir o no sufrir?


Alguna vez, una amiga me comentó que había llegado a la conclusión de que para crear, yo tenía que sufrir. “No tienes remedio”, me dijo. “Sólo con sufrimiento puedes escribir y hacer canciones”. Eso era cierto hasta antes de 2007, cuando yo vivía el amor de manera obsesiva, delirante y, sí, muy sufrida. Años de enamorarme como enajenado de mujeres con quienes tenía nulas posibilidades o que de plano me rechazaban fueron los que me permitieron escribir mi novela Matar por Ángela o componer multitud de canciones en las cuales hablaba de amores frustrados, de la impotencia ante el destino, de dolor, de amargura. “Porque este amor es puro odio” reza una parte de “Este amor”, una de las piezas que escribí en pleno enamoramiento loco con M o “Tú me repeles como a un gusano, / como alimaña que hay que destruir. / Me evitas tanto como a la peste, / como yerba mala de tu jardín. / Me humillas frente a las hienas / y las hienas se ríen de mí” canto en "Todo para qué”, una canción de mediados de los noventa, cuando estaba enamoradísimo de otro imposible. En fin que mi suerte con las mujeres cambió para bien a partir de 2007 y en 2008 conocí a Denisse, con quien se dio un noviazgo muy hermoso, sin broncas, sin celos, lleno de sonrisas y buenos momentos. Cierto, mi manera de hacer canciones cambió. Las letras se volvieron celebratorias y optimistas (“Denisse, en la rima de tu nombre está el desliz / y en las letras que te invocan, el sentir / que llegaste tú a mi vida y junto a mí / como un ángel silencioso y gentil” o “Eres joven, tan joven. / Cuando estoy contigo es como si yo rompiera cada artículo de la ley. / Eres joven, tan joven. / La gente que nos mira se muestra asustada / y no entiende que este es un amor de verdad. / ¿Cómo hacerles comprender que estamos enamorados / y que la edad que nos separa hace más grande el encanto?”). Como se ve, letras quizá menos intensas pero más amorosas. Cambió pues mi modo de componer como cambió mi manera de contemplar al amor (ya no más padecerlo como un dolor sino gozarlo como una bendición). Es verdad que ahora escribo canciones con menos frecuencia, pero ese ha sido un proceso constante a lo largo de los más de cuarenta años que tengo como compositor (mi primera melodía data de 1969). Si esto es bueno o malo, conveniente o no, lo desconozco. Pero me niego a volver a sufrir por cuestiones amorosas, aunque esto pueda reflejarse en mi obra musical y literaria. Hoy soy más feliz que nunca. Así deseo continuar.

2 comentarios:

Kafei dijo...

Ser feliz.

Al final de cuentas esa es (y debe ser) la meta en la vida.

Su Satánica Majestad dijo...

Mucho tiempo perdiste, pero también has ganado y eso se nota. Es un buen final para una canción.