sábado, 11 de junio de 2011
Un debate sin clembuterol*
Los debates entre políticos mexicanos siempre causan una expectación desmedida y al final producen una total decepción. Ya sea por las reglas que los acotan, por lo rutinario de su esquema, por lo aburrido de su mecánica o por lo grisáceo de sus contendientes, lo único que provocan en últimos términos es una flojera absoluta. El caso del reciente debate con los candidatos al gobierno del Estado de México no fue la excepción.
Que si ganó Alejandro Encinas (por un momento pensé que era Chuck Blazer), que si perdió Eruviel Ávila (quién causó más polémica por sus chapitas maquilladas que por sus propuestas), que si Luis Felipe Bravo Mena ni fu ni fa. Sea como sea, las encuestas no parecen mostrar variación alguna y la explicación es sencilla: casi nadie se asomó a ver el dichoso debate y quien lo hizo, difícilmente lo soportó completo. Quizá si en las encuestas se añadiera al abstencionismo como un cuarto contendiente, éste sí subiría sus porcentajes.
Más interesante en todo caso está el escándalo de los cinco seleccionados tricolores acusados de consumir clembuterol. Aquí sí que parecería haber un caso de injusticia y violación de los derechos humanos. Digo, ¿qué culpa tienen Dueñas, el Hobbit, el Maza, Sinha y Paco Memo de que los cocineros de la Femexfut les hayan dado bisteces sin gordo pero con esa sustancia prohibida? Eso, claro, si la historia de los bisteces resulta cierta (ya sabemos que lo que digan los directivos del futbol mexicano tiene que ser puesto en duda en automático, en tanto no se demuestre que no están mintiendo).
¿Qué hay realmente de fondo en todo este caso? Tal vez muy pronto se sepa… o tal vez nunca, como sucedió en 2005, con el affaire Salvador Carmona-Aarón Galindo. Lo que sí cala es que seguimos teniendo un balompié que sólo da de qué hablar por sus escándalos extra cancha. Algo que lo asemeja mucho con la polaca nacional, a la que le hacen falta algunas buenas dosis de clembuterol, para aumentar su masa muscular y quemarle un poco de grasita. Igual con eso hasta mejoran los debates.
*Publivado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.
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