sábado, 3 de septiembre de 2011
El dilema del quesotráfico*
La situación del país se ha puesto tan difícil, tan tensa, tan preocupante que resulta difícil ver las cosas con ironía, con algún dejo de sentido del humor. Los más recientes acontecimientos, sobre todo a partir del acto terrorífico en el Casino Royale de Monterrey, mueven más a la angustia y el pesimismo que a la broma y el chacoteo… y, sin embargo…
Dentro de la oscura y espesa neblina que nos envuelve, aún hay detalles que permiten el saludable ejercicio de la sonrisa y hasta de la más delirante risa. Ahí está el caso de los Larrazábal Brothers, quienes debido al ingenio de uno de ellos, de nombre Jonás, consiguieron devolver a la clase política mexicana ese don para la comicidad que comenzaba a perderse, gracias a las desgracias que a diario nos atosigan.
Cada martes compro quesos a unos amables oaxaqueños que estacionan su camioncito a dos cuadras de mi casa. La semana pasada, me recibieron con la noticia de que el kilo de su delicioso queso oaxaca (Guajaca, decía el añorado Nikito Nipongo) había subido de cien a ciento veinte pesos. Ni modo, hubo que apoquinar diez pesitos más por el medio kilo que suelo comprarles. Los otros quesos (cotija, panela, menonita, asadero, etcétera) permanecían al mismo precio de antes. Por eso me parece muy creíble la historia de don Jonás, acerca de que la lana que les cobraba a los dueños de algunos casinos regiomontanos no era por protección o alguna de esas cosas sucias que luego se estilan, sino por las bolas de queso oaxaca que les vendía. Es lógico que le pagaran hasta cuatrocientos mil pesos por el quesillo de hebra, ya que éste es hoy uno de los productos más cotizados en el mercado de los lácteos.
Nos encantan las teorías del complot y el sospechosismo y por eso nos rehusamos a creer en la palabra de gente como los hermanos Larrazábal, así como nunca les hemos creído a otros célebres hermanos incómodos de la polaca nacional. Caramba, démosles el beneficio de la duda. Yo eso haré. En una de ésas, don Jonás me hace descuento por el kilo de queso y hasta me da pilón. Sólo espero que no nos graben cuando le pague.
*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.
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1 comentario:
Y junto con los quesos, el mezcal más refinado tan caro como una botella de champaña Cristal...
Saluudos!!
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