martes, 7 de octubre de 2014

No es lo mismo Ryan que Bryan

Comprensiblemente, abundan quienes suelen confundir a Ryan Adams con Bryan Adams, ya que es sólo una letra lo que hace distintos sus nombres. Sin embargo, en otros aspectos son muchas las diferencias. No sólo porque el primero es estadounidense y el segundo canadiense, no sólo porque el primero nació en 1974 y el segundo en 1959, sino sobre todo porque mientras la propuesta del primero va por el camino de una música profunda y alternativa, la del segundo siempre ha ido por senderos más facilones y comerciales.
  Quiso el destino que ambos confluyeran en estos días con sendos discos y que ello pudiera prestarse a una nueva confusión. Pero no debe haber tal, pues se trata de trabajos cuya única liga evidente es el rock y cuyas cualidades y calidades son bastante disímbolas.
  Ryan Adams (Blue Note), el flamante álbum homónimo del nacido en Carolina del Norte, es una obra espléndida y una muestra más del talento que como autor y cantante tiene el creador de joyas como Heartbreaker (2000) o Love Is Hell (2004). Desgarrado, visceral, hondo y propositivo, el rabioso country rock del joven Adams tiene en este nuevo larga duración una manifestación más madura y más sabia y puede ir de la fuerza guitarrística y vocal de composiciones como “Gimme Something Good” y “Trouble” a la suavidad melancólica y acústica de “My Wrecking Ball” o la ingente hermosura de “Tired of Giving Up” y “Let Go”. Un discazo.
  Tracks of My Years (Verbe), el muy reciente plato del nacido en Ontario, es, por su parte, una simpática colección de canciones que formaron parte de su educación músico-sentimental y que incluye catorce versiones a temas de los Beatles, Creedence Clearwater Revival, The Beach Boys, Bob Dylan, Ray Charles, Smokey Robinson y Chuck Berry, entre otros. Son covers que, sin proponer algo nuevo, se dejan escuchar con agrado y hacen del disco algo accesible y disfrutable. Pero nada que no hayan hecho antes James Taylor o Rod Stewart con mejor fortuna.
  En conclusión, más vale no hacerse bolas: en el caso de los Adams, no es lo mismo Ryan que Bryan.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

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