miércoles, 17 de abril de 2019

Aullidos, tripis y cachondeos

Llegó a mis manos este singular libro editado por Atún de sirena en 2019. Singular por su original presentación y su hermoso diseño y singular también por su interesante y divertido contenido.
  Aullidos, tripis y cachondeos, de Abraham Sánchez Sánchez "Bosskabron" (Ciudad de México, 1988), es una colección de relatos autobiográficos de este músico, poeta y rapero absolutamente urbano, quien con gracia y una muy agradecible amenidad nos cuenta pasajes de su vida personal y artística, desde sus primeras experiencias sexuales en la adolescencia ("1er cachondeo", "Graduación de secundaria") hasta sus experiencias con  la violencia citadina ("We could be heroes just 4 one day", "Scarface", "Asalto al cine Tonalá"), pasando por sus inicios en la poesía, la música, el rap, el alcohol y las drogas. También toca otros temas, como su vivencia del terremoto del 19 de septiembre de 2017, su experiencia al tratar de sacar su credencial de elector o sus viajes a Guanajuato y San Miguel de Allende. Varios de los textos nos cuentan asimismo sus incursiones por la vida nocturna del ex Distrito Federal, con sus putas, sus travestis y sus padrotes, y pasajes de la vida familiar con sus seres queridos más cercanos (su padre, su madre, su hermano) o sus amigos, amigas y colegas, con quienes ha tenido toda clase de aventuras artísticas y existenciales.
 Aullidos, tripis y cachondeos es un libro que se deja leer con gusto. Las narraciones son simples, crudas y directas, sin florituras innecesarias. No cae por fortuna en la tentación de muchos escritores mexicanos y su afán por hacerse los poetas malditos o intentar convertirse (siempre con mala fortuna) en los nuevos Charles Bukowski. Por el contrario, la prosa de este poeta va a lo que va, se da a entender con cualquier lector y en momento alguno resulta pretensiosa.
  Las personas de quienes habla Abraham Sánchez son reales y aparecen con sus nombres verdaderos, lo cual aumenta la autenticidad de los relatos que no llegan a ser cuentos sino desenfadadas crónicas urbanas en las cuales la Ciudad de México se hace sentir como una escenografía casi cinematográfica, una urbe que sirve como telón de fondo para esta afortunada autoincursión en la vida del autor, quien al exponerla desde el ámbito local la hace universal.
  Una obra muy recomendable.

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