sábado, 18 de enero de 2020

Bicicletero

Debe haber sido por ahí de 2007. Yo salía de Editorial Toukán, en la calle de San Borja, y para caminar hacia el Eje 5 me dispuse a cruzar de una banqueta a otra. Para ello, miré hacia mi derecha, ya que los carros ahí circulan de oriente a poniente. Justo al dar el primer paso, escuché un chiflido muy fuerte que me hizo detenerme de golpe. A escasos centímetros me pasó por enfrente un ciclista que iba a toda velocidad y en sentido contrario (es decir, venía desde mi izquierda). Si no me hubiera detenido, el tipo me habría arrollado con un golpazo que no sé qué consecuencias hubiese tenido.
Lo cuento porque veo que hoy se habla en las redes de los derechos de los ciclistas, pero no de sus obligaciones. Aquel día me salvé porque reaccioné a tiempo que si no, el imbécil que pedaleaba en sentido contrario me hubiera dado en toditita mi máuser.

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