Vi anoche la penúltima película dirigida hasta ahora por el gran Clint Eastwood y protagonizada por él mismo a sus 88 años de edad (hoy ya tiene 89, aunque no lo parezca en absoluto): The Mule (2018). Ciertamente no se trata ni por asomo de su mejor película. Hay varias incongruencias en el guión y situaciones que parecen demasiado fáciles para los hechos que presenta la trama: la historia de un octogenario con serios problemas económicos y familiares, quien ante la urgencia de conseguir dinero para salvar su casa hipotecada, se mete de "mula" a las órdenes de un cártel del narco mexicano, para transportar heroína de Texas a Chicago.
No me extenderé demasiado con la reseña. Diré sin embargo que pese a las incoherencias que de pronto aparecen en el filme (Earl Stone, el personaje que interpreta Eastwood, acepta con demasiado ingenuidad el trabajo como mula, por ejemplo; o deja que los narcos le pongan la carga en su camioneta sin sentir curiosidad de lo que transporta y cuando al fin lo hace, se sorprende como si no lo sospechara..., aunque sigue haciéndolo), éste resulta muy entretenido y con algunos deliciosos apuntes irónicos de muy saludable cinismo políticamente incorrecto.
Aparecen en el reparto grandes actores, como Andy García, Dianne Weist (una de la actrices emblemáticas de Woody Allen en la época de Hanna y sus hermanas), Laurence Fishburne y Bradley Cooper, entre otros), a quienes Eastwood dirige con su habitual capacidad.
Cierto que puede criticarse la visión xenófoba con la que la cinta retrata a los mexicanos (todos los que aparecen son torvos y trabajan para el cártel) y en ese sentido, The Mule podría ser una obra muy al gusto de Donald Trump y del Partido Republicano, con el añadido de que su héroe-antihéroe Earl Stone es blanco, tradicionalista, enemigo de internet y de los teléfonos celulares y amante de la cultura blanca y de la música country (así como apasionado cultivador de flores).
Una buena película y nada más.
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