sábado, 6 de noviembre de 2010
Allá en la Fuente
Ahora sí que no entendí. El presidente Calderón se deshizo en elogios para el doctor Juan Ramón de la Fuente, en un hecho tan insólito como sería, por ejemplo, que de pronto el presidente legítimo (porque todavía ostenta ese título delirante, ¿o ya no?), Andrés Manuel López Obrador, llenara de flores a Javier Lozano o a Cesarito Nava de Patylú. Así de incongruente o cuando menos inusitada es la cosa.
Porque hasta donde se sabe, el ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México jamás ocultó sus simpatías por don Peje, cuando menos durante los meses anteriores y posteriores a las elecciones de 2006. Desconozco si más tarde hubo algún rompimiento entre ellos, pero públicamente no se ha sabido que algo así sucediera.
Lo cual nos lleva a preguntar, al más puro estilo de Christian Martinoli: ¿qué-le-pasó-a-don-Felipe? Convengamos en que las palabras elogiosas del presidente se dieron en el marco del Día del Médico y del reconocimiento al Mérito Médico 2010 que le fue otorgado a De la Fuente. Era lógico que Calderón hablara bien del galardonado. Sin embargo, como que los piropos resultaron bastante exuberantes y han dado en qué pensar a algunos columnistas políticos, quienes vieron el discurso presidencial del pasado martes en Los Pinos como un virtual destape del doctor, en vistas a las elecciones de 2012.
De ser así, la interrogante que se plantea es: ¿aceptaría Juan Ramón de la Fuente ser el candidato del PAN (o de una alianza PAN-PRD) a la presidencia de la república? Yo lo veo en chino, pero en este país de locos y con la clase política que padecemos, todo puede suceder.
No dudo que don Juanra sea un buen prospecto y que en una de esas hasta podría vencer a Enrique Peña Nieto en la carrera final. Pero sigue sin caberme en la cabeza la idea de que el ex rector de la UNAM le entrara como aspirante panista, así se ostentase como candidato ciudadano.
Como sea, con Juan Ramón de la Fuente acaba de añadirse un nuevo y sabroso ingrediente a la contienda por la presidencia. ¿Cuántos políticos se habrán empezado a poner nerviosos?
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