miércoles, 4 de mayo de 2011

Dejad que las niñas se acerquen a mí


Alguna vez, mi hermano Sergio, quien siempre tuvo un gran arrastre con las mujeres, me comentó que él jamás se les lanzaba a las chavas y que dejaba que fueran ellas las que se le acercaran. Era una época en la que yo moría por cierta mujercita y ésta nada más no me hacía caso. Años después, pude comprobar que la mejor manera de atraer a las personas del sexo opuesto es cierto grado de inacción cuasi taoísta y que nada hay peor que ser encimoso, persistente, ansioso e insistente. Dejad que las niñas se acerquen a mí, para decirlo en una paráfrasis del buen Jesús.

(Claro que no basta con eso y que hay otros puntos importantes que pueden hacer de uno un sujeto del interés femenino, pero eso será mejor dejarlo para otra ocasión).

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