sábado, 30 de julio de 2011
¿Por quién votar en 2012?*
Falta menos de un año para las próximas elecciones presidenciales y los pre-precandidatos de los distintos partidos se perfilan con mayor o menor claridad. ¿Qué tan flaca está la caballada esta vez? Quizá no tanto como en otras ocasiones, pero eso no significa que dicha recua resulte esperanzadora.
Por el lado del partido aún gobernante (y, según todos los momios, próximo a regresar a su eterno papel de opositor derechista al régimen), prosigue el juego de los diez perritos, de los cuales al final quedará uno solo entre Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel y Ernesto Cordero.
Por el lado del PRI, ya está más que avisado que el gallo es copetón y responde al nombre de Enrique Peña Nieto.
Por su parte, aunque Marcelo Ebrard tendría que ser el candidato del PRD, me temo que en aras de “la unidad” de nuestra atinada y ficticia izquierda, terminará por doblar las manitas ante su coco y mentor, el inefable Andrés Manuel López Obrador.
Así pues, la baraja se reducirá a López, Peña y, muy posiblemente, Cordero. ¿Cuál de ellos es el mejor o, para decirlo con más exactitud, el menos malo?
Desde la perspectiva de alguien que se sigue considerando de izquierda, pero no de esa izquierda apócrifa que se fugó de los sótanos priistas para ostentarse como lo que no es, sino de una izquierda moderna, democrática y pensante, ajena a posiciones viscerales, global y realmente progresista (que en México representan mentes críticas como las de Roger Bartra, Luis Gonzáles de Alba, Eduardo Valle, José Woldenberg y otros intelectuales paradójicamente despreciados y hasta condenados por el aparato pejista y sus voceros); desde la perspectiva de una gauche ajena al nacionalismo revolucionario más trasnochado, no encuentro en los tres posibles candidatos a la presidencia alguien a quién otorgar mi voto en julio próximo… ni siquiera bajo la disyuntiva del menos malo.
Triste panorama. Tristísimo. Creo que tendré que hacer lo mismo que hice en 2006: votar de manera simbólica por el ingeniero Heberto Castillo, el único político a quien siempre respeté al cien por ciento.
*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.
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