Miro sus ojos maliciosos y respondo sin aspavientos que hasta ahora lo veo bien, que me parece que ha tenido un buen arranque.
No lo puede creer, me ve escandalizado e insinúa que ya me vendí. Como sé que no lo voy a convencer de lo contrario, me limito a alzar los hombres y esbozar una media sonrisa.
Pero sí, esa es mi muy personal apreciación. Pienso que el presidente Peña Nieto y su equipo han comenzado bien y que un buen ejemplo de ello es lo referente a la reforma educativa y cómo lograron hacer que, sin quinazos o rudezas estruendosas, Elba Esther Gordillo la aceptara con sorprendente mansedumbre, con una actitud muy diferente a la que la maestra mostró con los dos gobiernos panistas, a los que trataba con una altivez supina y con los que tuvo el control no sólo de la educación del país, sino de instituciones como la Lotería Nacional o el ISSSTE. Todo indica que las concesiones de las cuales gozó con Vicente Fox y Felipe Calderón se terminaron y la cuestión educativa volverá a estar en manos del Estado y no del SNTE.
Que ello fue fruto de una negociación política previa entre EPN y la señora Gordillo, no me cabe duda; como tampoco me cabe duda de que la lideresa entendió que esta vez no se podría poner con Sansón a las patadas.
Tendremos que ver cómo se desarrolla todo, pero haber logrado semejante cosa en tan escaso tiempo tiene visos de hazaña.
En cambio, me pareció un error político que de los sesenta y tantos detenidos el 1 de diciembre en las calles del centro histórico del DF, no todos hayan sido liberados y catorce sigan encerrados. Se argumentará con razones legales pero, ¿no habría sido mejor despresurizar ese flanco y no dar motivo a nuevas protestas y movilizaciones? Son momentos en los que se requiere la concordia. Digo.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).
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