Hoy se cumplieron ya veintiún años del fallecimiento físico de mi padre. Digo físico, porque no dejo de sentirlo presente a cada día, muy cerca de mí. Juan Rubén García Ayala se fue del mundo el 28 de diciembre de 1991, justo el día de los Santos Inocentes, como si nos hubiera tratado de jugar su última broma, él, quien era un hombre tan alegre y divertido. Un irónico empedernido. Lo extraño como presencia física, pero lo siento tan próximo que a la vez, paradójicamente, no lo extraño tanto.
Todo mi amor para ti, papá. Gracias por todo lo que sigues haciendo por mí.
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