En realidad, si algo
cimbró la semana previa al inicio del sexenio peñanietista no fueron las vallas
del Palacio Legislativo, sino los rumores y trascendidos acerca de la
conformación del nuevo gabinete.
Esto de la
gabinetitis es un deporte que tuvo su auge durante la era priista. Recuerdo,
como si lo estuviera viendo hoy, aquel momento televisivo de 1976 en el cual
Jesús Reyes Heroles, ungido como secretario de Gobernación del entrante
gobierno de José López Portillo, anunció a todos los secretarios, pero olvidó
decir quién sería el regente del DF. Ya se iba cuando alguien le avisó y
regresó sobre sus pasos para decir, entre risas y aplausos: “Un error no
atribuible a nadie. Departamento del Distrito Federal: Carlos Hank González”.
Pero vaya que
causaba expectación conocer los nombres de quienes se encargarían de las
diversas secretarías, costumbre que se perdió durante los dos sexenios panistas
(con todo y gabinetazo foxista) y que no logró llamar tanto la atención del
respetable ni siquiera con el regreso del PRI a Los Pinos.
Hoy ya tenemos
gabinete y las sorpresas fueron pocas (me gustó lo de Relaciones Exteriores con
José Antonio Meade). Estamos en el día 1 del nuevo gobierno y no sabemos qué
nos espera. Sin condenas prejuiciadas o alabanzas gratuitas, yo prefiero
conceder el beneficio de la duda. Siento, eso sí, un leve optimismo. Pero ya lo
iremos viendo.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).
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