Aunque estrictamente no se trata de su primer disco más allá de The Mothers of Invention –con quienes hasta ese entonces había grabado los extraordinarios Freak Out (1966), Absolutely Free (1967) y We’re Only in It for the Money (1968)–, ya que en 1968 grabó el experimental y casi clandestino Lumpy Gravy, se puede decir que Hot Rats (1969) es el álbum con el cual Frank Zappa expandió sus horizontes musicales y de alguna manera fundó el jazz-rock (si lo que se escucha a lo largo de la grabación se puede denominar jazz-rock).
Porque en realidad, al buen Frank no le gustaba el jazz. O eso gustaba decir. En su libro Viva Zappa! (Omnibus Press, 1986), el periodista francés Dominique Chevalier reproduce una declaración del músico acerca de ese género:
“No hay pasión en el jazz. Se trata de un montón de gente que trata de verse cool, en busca de la aprobación de una comunidad intelectual. La mayor parte del jazz actual es aun más vacío que la más descarada música comercial, porque pretende ser algo que no es. Prefiero permanecer alejado de eso”.
No obstante esas palabras, en realidad Zappa trabajó frecuentemente con músicos de jazz (Jean-Luc Ponty, Sugarcane Harris, David Samuels, George Duke, etcétera), tanto en concierto como en el estudio de grabación y eso se debió muy probablemente a dos cualidades esenciales que siempre buscaba en sus músicos: la flexibilidad y la perfección técnica. Además, amaba la música de gente del jazz como Wes Montgomery, Eric Dolphy y Charlie Mingus, entre otros.
Así pues, si Hot Rats es un disco de jazz-rock, un disco de fusión o un disco de jam sessions, al final no importa tanto. Lo que sí significó fue un completo rompimiento con las fascinantes y estrambóticas excentricidades de corte cuasi teatral a las que conducían las composiciones de sus discos predecesores. Aquí se trataba de música en estado puro, para ser interpretada sin histrionismos y con plena concentración en su esencia.
Cuenta el propio Zappa en su autobiografía The Real Frank Zappa Book (Poseidon Press, 1989): “Pasé parte de 1969 trabajando en el estudio en el álbum Hot Rats e hice algunos conciertos locales con Ian Underwood y Sugarcane Harris. No fue a ninguna parte. El álbum, que me gustó mucho, se coló en las listas de Billboard en algún lugar alrededor del 99 y desapareció de inmediato. En los Estados Unidos, al menos, había yo producido otro fracaso”.
Cierto, fue un fracaso comercial en su momento, pero históricamente es uno de los hitos dentro de la extensa discografía zappiana y uno de los álbumes más importantes de finales de la década de los sesenta.
Hot Rats contiene tan sólo seis cortes, mismos que pueden dividirse (o al menos yo lo hago, quizá con cierta arbitrariedad) en dos vertientes: la de las composiciones de cámara y la de las composiciones libres. En la primera, situaría a los tracks uno, cuatro y seis; en la segunda, a los temas dos, tres y cinco.
Veamos.
El disco abre con la más que conocida “Peaches En Regalia” (quienes no conocen la música zappiana pero buscan aparentar que sí, suelen citar siempre esta pieza y/o “Watermelon In Easter Hay”, esta última porque la descubrieron en la película Y tu mamá también de Alfonso Cuarón). A pesar de ser favorita de los villamelones, se trata ciertamente de una composición perfecta. En poco menos de cuatro minutos, Zappa crea un tema de una precisión asombrosa, en la que todo está exactamente determinado. Es en ese sentido que se trata de una pieza de cámara, en la que no hay lugar para la improvisación y cada elemento rítmico, melódico y armónico ocupa el sitio que debe ocupar. La progresión es impecable y la interpretación de cada músico, inmejorable. Desde el redoble inicial de Ron Selico y la integración de los teclados y alientos (todos interpretados por el grandioso Ian Underwood, verdadero estelar en esta joya), todo embona con elegante precisión
El contraste sobreviene en seguida con el primer jam del plato: el estrafalario “Willie the Pimp”, única pieza en la que interviene la voz cantada, nada menos que por parte de Don Van Vliet, mejor conocido como Captain Beefheart. A lo largo de poco más de nueve minutos y luego del característico y burlón riff del violín de Sugarcane Harris, viene uno de los más largos solos (wah wah incluido) grabados por Frank Zappa, quien ya empezaba a mostrar al mundo sus dotes guitarrísticas (mismas que nos restregaría en la cara hasta el exceso en su Shut Up ’n Play Yer Guitar de 1981).
“Son of Mr. Green Genes” es otra larga jam session cuya parte introductoria, sin embargo, posee una construcción melódica que la asemeja a “Peaches En Regalia”, lo que le da una gran magnificencia. Underwood luce enormidades con los alientos y Zappa vuelve a sostener un prolongado solo de guitarra, pero muy distinto y más apegado a la estructura armónica que el de “Willie the Pimp”. Todo aquí está más amarrado de lo que aparenta
Con “Little Umbrellas” estamos frente a una breve joya musical de escasos tres minutos perfectamente aprovechados. Un tema exuberante de tintes exóticos, un jazz lento en el que el contrabajeo de Max Bennett marca la pauta para la rica instrumentación ideada por Frank Zappa.
“The Gumbo Variations” es el corte más largo de Hot Rats, con sus casi trece minutos de duración. Un sax rasposo y espectacular a cargo de Ian Underwood (con el que parece rendir homenaje a Sonny Rollins) y sobre todo el violín extraordinario de Jean-Luc Ponty son la dominante en esta gran jam session, posiblemente la parte más jazzística del álbum.
Ratas calientes cierra con “It Must Be a Camel”, intrincado y oscuro tema con un arreglo de metales y teclados definido con una precisión exacta, alrededor del cual giran la guitarra, el bajo y la batería. Compacto y sin la menor fisura, es un espléndido final para este disco absolutamente fundamental, cuya antigüedad de medio siglo resulta difícil de concebir. Así de actual suena de principio a fin.
(Publicado el día de hoy en mi columna "Plumas de caballo" de la revista en línea Juguete Rabioso)
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