lunes, 16 de marzo de 2020

Una opinión que me escribió hace tres años un lector de mi novela "Emiliano"

Hola Hugo:
Hace casi un mes que nos conocimos, a la entrada del metrobús, para hacerme de mi ejemplar de Emiliano. Ya en mi camino de regreso a CU me di cuenta de que tu novela se disfruta de corrido, así que decidí leerla el fin de semana, sin interrupciones. Tuve imprevistos y la dejé para el siguiente fin, pero como yo también suelo cargar un libro en la mano (según me dijiste que haces tú), di algunas avanzadas entre semana, suficientes para despertarme la simpatía de lector por ambos protagonistas y sus historias.
  Los años decisivos (o indecisivos) de la Revolución, como escenario del origen de lo que nos consta en la vida posterior del país, contados con pesimismo ilustrado, desde la cercanía vivida con los hechos lamentables. El periodista y sus males de amores, que me imaginé desde el principio como un jóven Hugo García Michel, vestido a la usanza. Sí, disfrute la lectura sin pausas. La estructura de los tiempos entrecruzados me mantuvo el interés de cada secuencia, pendiente de los personajes que confluyen en el vaivén de los hechos. El ritmo de la narración me ha sugerido una suerte de ecos, de eventos que vuelven transformados, como los nacimientos del hijo y del nieto, mostrando el (sin)sentido de la vida. La muerte es soberana; así la del asesinado Obregón, que evoca en Emiliano la del asesinado Carranza, y que contrasta luego con el trance apacible del propio Emiliano, del que nos enteramos a través de la reflexión del amigo al día siguiente del deceso, elipsis sin duda acertada.
   Agradezco la lectura de tu novela por el gusto que deja, sin sosos enredos ni falsas profundidades. Pasaron luego tres semanas, en las que he estado abarrotado de trabajo y demás ocupaciones, que casi no me han dejado conectarme a Facebook, y aún tengo las impresiones frescas. Ahora, que atiendo el pendiente de escribirte esta nota con mis opiniones, te digo que también disfruto la relectura de algunos pasajes (ingratas mujeres encantadoras). Un detalle de menor importancia frente a lo literario, pero que por lo editorial creo que te interesa: casi desde el principio el encuadernado se me partió en pequeños legajos que se resbalan de la cubierta; también encontré un par de erratas, que se pueden corregir para la edición digital (a lo que me dedico, por si necesitas...): página 35 "Martinez me quiera (quiere) enviar..." y página 210: "...el que me esté (está) entrevistando". Sin embargo, los aciertos y la simpatía prevalecen. Cuando un cajero me entregó billetes nuevecitos de los conmemorativos del centenario de la Constitución, enseguida supe cuál era el libro correcto para conservar uno.
   Ya con el gusto de conocerte en persona, cuéntame entre tus muchos lectores, aunque lo soy desde hace buen tiempo. Tengo además el gusto de haber colaborado un par de veces en La Mosca.
   Seguiremos comentando.
   Un abrazo.

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