domingo, 10 de mayo de 2020

Óscar Chávez en el cielo de diamantes (y mariposas amarillas)

“Luego cualquier día levantas los tenis
y no te enteras de tu propio guateque cadavérico”.

“Capitán Gato”
Los Caifanes, de Juan Ibáñez

Muchos supimos de él por primera vez gracias a su personaje de “El Estilos”, en la legendaria película Los Caifanes, de Juan Ibáñez (1967). Ahí, al lado de Ernesto Gómez Cruz (“El Azteca”), Sergio Jiménez (“El Capitán Gato”) y Eduardo López Rojas (“El Mazacote”), seducían y le hacían la vida de cuadritos a la pareja fifí (popof, se decía en aquellos años) conformada por Paloma y Jaime, interpretados por Julissa y Enrique Álvarez Feliz, respectivamente.
  Ahí se dio a conocer aquel actor pero sobre todo aquel cantante, compositor y guitarrista de muy característica y potente voz (en Los Caifanes, inmortalizó canciones como “El pájaro y el chanate”, “La niña de Guatemala” y “Fuera del mundo”).
  Era Óscar Chavez (Ciudad de México, 1935), galán cantautor que rompía los corazones de las mujeres con esa personalidad entre tímida, tierna e introspectiva que lo caracterizaba.
  Chávez falleció este jueves 30 de abril, en plena pandemia de covid-19. Un día antes había sido internado en el hospital 20 de Noviembre, con síntomas de contagio por coronavirus. Su avanzada edad (increíble que tuviera 85 años de edad, no los aparentaba) y problemas respiratorios no le ayudaron a sobrevivir.
  Era un hombre de izquierda y siempre abrazó las causas progresistas, desde el movimiento estudiantil de 1968 hasta el levantamiento del EZLN en 1994. Luego sufrió cierto desengaño, como lo confesó a la revista Proceso en una entrevista de 2009:

−¿Cuál es su percepción de la izquierda de este país?

−¿Cuál izquierda? Primero hay que ubicar donde está la izquierda Los de la izquierda cobran con la derecha y los de la derecha con la izquierda Igual de cínicos todos.

−¿Se identifica con algún político, académico o intelectual mexicano vivo?

−Es muy difícil.

−¿Qué opinión le merece el movimiento de Andrés Manuel López Obrador?

−Todo, todos están dedicados a no dejar de mamar del presupuesto No se trata de decir nombres, todos. Es lamentable, es doloroso, es triste (…)  Para mí todos son la misma burra revolcada. Andan a salto de mata, todos, cambian de partido como cambiar de calzones, no puede ser. Es una falta de dignidad.

−¿De qué color ve al país?

−No lo veo.

A su muerte este jueves, sin embargo, las redes sociales se llenaron de tuits y mensajes de funcionarios de la 4T y de Morena, quienes lamentaban el fallecimiento del músico y trataban de llevar agua a su molino partidista. Ninguno mencionó la postura crítica de Óscar hacia el lopezobradorismo y sus simpatías por el neozapatismo (el cantante siempre fue muy amigo del subcomandante Marcos, cuyo movimiento se opone a los faraónicos proyectos de la actual administración, en especial el corredor transístmico y el Tren Maya).

  De la misma entrevista en Proceso:

−Usted no apoya al movimiento de AMLO, ¿no le importa que ese grupo lo vea como un traidor?


−El problema es de ellos, no mío. Allá que se hagan bolas.

  Pero concentrémonos en las grandes cualidades de Chávez como artista y como gran rescatador del acervo musical de México.
  Fue una especie de arqueólogo cancionero y dio a conocer un sinfín de composiciones nacionales perdidas, sobre todo del siglo XIX y la primera mitad del XX. Su pasión era la música tradicional más auténtica (sus dos primeros discos, de 1963 y 1966, llevaban como título Herencia lírica mexicana, volúmenes uno y dos). También incursionó en la llamada canción latinoamericana (su álbum Latinoamérica canta, Vol II, de 1971, es uno de los más populares, sobre todo por su canción “Macondo”, en la que rinde homenaje a la novela Cien años de soledad de Gabriel García Márquez: “Mariposas amarillas, Mauricio Babilonia / Mariposas amarillas / que vuelan liberadas”) y en lo que por un tiempo se conoció como “canción de protesta”.
  Dueño de un estupendo sentido del humor, gustaba también de las melodías paródicas, caso de la mítica “La casita”, de su disco Parodias políticas, de 1975 (“¿Que de dónde, amigo, vengo? / De una casita que tengo por allá en El Pedregal / De una casita chiquita / con jardines, alberquita y calefacción central”). Además, fue un estupendo intérprete de las canciones del gran Chava Flores.
  En sus conciertos solía presentarse acompañado del grupo de música folclórica Los Morales, de quienes se volvió inseparable. En su mejor época, llegó a grabar tres y hasta cuatro discos por año (caso de 1986, en que sacó Amorosas, divertidas y horrorosísimas canciones de la calaca flaca, Aquellas canciones de los Martínez Gil, Y la canción se hizo... calavera y Décimas topadas). El mayor éxito que tuvo en los medios masivos fue su composición “Por ti”, un hermoso bolero de 1974.
  Conocido como “El Caifán Mayor” (quizá para distinguirlo de los Caifanes menores, es decir, el grupo mexicano de rock que lleva ese nombre), Óscar Chávez ha partido de esta vida y de ese México al que tanto dio y que no acabó de reconocerlo en toda su valía. Se ha elevado hacia el infinito, rodeado de mariposas amarillas y cantando en paráfrasis las tristes coplas de “Román Castillo”, aquella antigua tonada que interpretara en su primer disco:
  “¿Dónde vas, Óscar Chávez? / ¿Dónde vas, pobre de ti”.

(Texto publicado el pasado 1 de mayo en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)

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