Terminé de leer mi novela favorita de José Agustín: De perfil, su segundo opus literario, libro publicado originalmente por la editorial Joaquín Mortiz en 1966. Digo que es mi favorita porque es la tercera vez que la leo en mi vida. Primero la leí a fines de los sesenta, en la edición que tenía mi hermano Sergio, cuando tenía yo catorce años. Luego volví a leerla en los años ochenta, cuando la compré dentro de la colección "Lecturas mexicanas" de la SEP. Ese mismo volumen que conservo en mi biblioteca es el que tomé para entrarle por tercera ocasión al divertidísimo relato sobre un chavo defeño de dieciséis años, habitante de la colonia Narvarte, y sus peripecias adolescentes.
Resulta curioso volver a De perfil después de tantos años. A 54 años de su publicación, no ha envejecido. Conserva su frescura, su humor, su amenidad y sigue plenamente vigente. Claro que retrata a una juventud muy diferente a la de hoy día. El personaje principal (del cual jamás sabemos su nombre), a pesar de su inteligencia y su aparente madurez, en 2020 resultaría un tanto ingenuo. Pero es claro que todo ha cambiado y no sé si para bien.
Pero ahí están de nuevo los espléndidos personajes aledaños: Humberto y Violeta (los padres del narrador), la magnífica Queta Johnson (a quien retomé en Matar por Ángela a manera de homenaje), los amigos impresentables, el primo con ínfulas intelectuales y otros menos importantes.
Me gustó mucho regresar a uno de los libros que me impulsaron a escribir. Uno de los libros fundamentales de mi educación literaria y sentimental.
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