sábado, 1 de diciembre de 2007
¿Feliz cumpleaños?*
Yo no sé si el hecho de ganarse el tigre de la rifa sea motivo de celebración. Igual y sí, si se tiene una buena dosis de masoquismo. Porque para lanzarse a gobernar a tan delirante país como el nuestro, me da la impresión de que se necesita estar no del todo cuerdo. Por eso han llegado a la Presidencia de México personajazos delirantes como José López Portillo, Carlos Salinas o Vicente Fox (y por poco llega Andrés Manuel). Sin embargo, en el caso de Felipe Calderón las cosas parecen distintas. Siempre me ha dado la impresión de ser alguien bastante normal, sin una personalidad estridente, un mexicano promedio, tranquilo y razonable. Algunos llaman a esto grisura y querrían en Palacio Nacional a uno de esos líderes carismáticos y fabricantes de frases huecas para la posteridad que tanto seducen a los hispanoamericanos (ahí está el gorilita Chávez en Venezuela para demostrarlo). En lo personal, me quedo con el bajo perfil y la antidemagogia.
Yo no voté por Calderón. De hecho, no sé si ya lo escribí en este espacio, pero el 2 de julio de 2006 mi voto fue para López Obrador (algún día contaré por qué). Hoy, sin embargo, pienso que fue una fortuna no haber estado entre los electores triunfantes. No porque el actual sea un gobierno extraordinario, pero dentro de lo posible creo que es el mejor que podíamos tener. Después de la híperfrivolidad foxista y de diez años de inamovilidad, cuando menos en estos 12 meses el país ha caminado tranquilo por los senderos de la política (aunque con un poder legislativo que ha perdido el piso y pretende, a toda costa, constituirse en gobernante de facto). Nada se ha derrumbado, hay estabilidad y, sobre todo, no hay desesperanza. No estoy muy de acuerdo con la guerra contra el narco, porque pienso que los recursos que ahí se empeñan serían mucho más útiles en una cruzada por la educación (¿o será que es menos arriesgado pelear contra los cárteles de la droga que contra las huestes de Elba Esther Gordillo?).
En fin, un año de gobierno calderonista. A pesar de todo, ai la llevamos (siempre y cuando Felipe no cante cumbias colombianas).
* *Publicado hoy en "Milenio Diario"
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