martes, 12 de enero de 2010
Kundera
En los años setenta (¿o fue en los ochenta?), se puso de moda leer a Milan Kundera. Todo aquel que se preciaba de ser medio intelectual o al menos un buen lector, traía bajo la axila alguno de los libros del escritor checo. En suplementos y revistas culturales se hablaba de su genialidad literaria y era tema en reuniones, fiestas, charlas de café. Sólo por ello, en aquellos días me negué terminantemente a leerlo. Sentía que por muy intelectuales que se sintieran sus lectores, había un borreguismo inducido en ellos. Igual es una tontería, pero nunca leo a los autores de moda (por eso, por ejemplo, aún no le entro al chileno Roberto Bolaño). De Kundera, hasta ahora sólo había leído su reveladora primera novela, La broma, que me gustó mucho, pero lo hice cuando ya casi nadie se refería al también autor de La vida está en otra parte y La inmortalidad. Desfasado o como quieran llamarme, apenas ayer terminé de leer La insoportable levedad del ser. Debo decir que me encantó, a pesar de algunos pasajes que me parecieron prescindibles y de las de pronto insufribles disquisiciones filosóficas del autor. Pero en general me resultó espléndida, una gran crítica al totalitarismo soviético de los años sesenta (que provenía de los cuarenta y se prolongaría hasta los ochenta). Sensible, divertido, conmovedor, el libro es obra clave de la literatura del siglo pasado y debería ser leído por todos, en especial por quienes aún creen (como lo llegué a creer yo hace tiempo) en las bondades del socialismo real, ese que oprimió y aniquiló a millones de personas y por el que todavía suspiran algunos espíritus trasnochados.
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2 comentarios:
Cuando leí La insportable levedad por primera vez, aún estaba en la Universidad, pero ya le había perdido fe al socialismo.
Odié, entonces, identificarme con Sabina. Yo quería ser Teresa y quedarme con Tomás.
Lo leí de vuelta hace unos meses. Seguí siendo Sabina, pero el efecto cambió: me sentí afortunada.
Aunque no es de mis libros favoritos, debo admitir que es importante para mi. Y que el sombrero de hongo es una imagen que siempre rondará por mi mente.
Por cierto, también debo aceptar que leí a Bolaño cuando muchos de mis amigos también lo hicieron y creo, de verdad, que lo disfrutarías mucho. Si el impedimento es ese, ojalá que pase de moda muy pronto para que te animes a leerlo.
Es un libro genial. Pero debo decir que me da miedo re-leerlo (lo hice en un periodo muy denso de mi existencia) y rememorar cosas muy cabronas con él.
Tengo una amiga idéntica a Sabina y ella fue quien me obsequió el libro. Sobra decir que me encontraba estúpidamente enamorado de ella...
Ahh...
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