miércoles, 10 de noviembre de 2010

Elogio de los viniles


Crecí con los discos de vinil (aunque les decíamos acetatos) de 45 y 33 revoluciones por minuto. Mi cultura musical y discográfica viene, pues, de esa época. Mi hermano Sergio tenía una buena colección de álbumes (sobre todo de rock y de jazz) y mi padre también, aunque los suyos iban de los boleros de Cuco Sánchez a los standards de Frank Sinatra (más cosas tan horrendas como el órgano melódico de Juan Torres y la Rondalla de Saltillo). Los acetatos de mi hermano los escuchaba una y otra vez con gran gusto; los de mi padre, los aguantaba porque no me quedaba de otra cuando él los ponía. Teníamos dos tocadiscos: el de la sala, que era como un híbrido cuadrado que no llegaba a consola y uno portatil, color blanco, que por desgracia no conservé. El hecho de abrir un disco, sacarlo de su funda, colocarlo en la tornamesa y ponerle con sumo cuidado la aguja era todo un ritual.
El primer vinil que compré, por mí mismo y con dinero ahorrado, a los catorce años de edad, fue el In-A-Gadda-Da-Vida de Iron Buterfly, en 1969, en el mítico Hip 70 que estaba a un lado de la Pista Hielo Insurgentes, mientras que el primero que adquirí cuando trabajé por vez primera y con mi primera quincena, en 1970, fue el Led Zeppelin I, en el Gigante Mixcoac que estaba a dos cuadras de la empresa donde prestaba mis servicios como office boy. Ahí dio comienzo mi colección que luego de cuarenta años, tres o cuatro cambios de casa, un matrimonio y un divorcio llega a unos seiscientos álbumes (realmente no es muy grande, como se ve). De vez en vez pongo mi tornamesa (a pesar de que tiene un falso contacto) y los escucho, algunos con scratch incluido. Ciertamente, el sonido es distinto al de los compactos o los mp3. ¿En qué consiste eso? Lo desconozco. Pero como que hay más calor y sabor en los viniles (y no los vinilos, por el amor de Dios).
Cuando en los ochenta surgieron los CD, muchos se deshicieron de sus colecciones de acetatos y hasta presumieron de ello, como si de un acto progresista se tratara. Yo me negué a semejante despropósito y hoy me siento feliz de no haber caído en el garlito de sentirme el muy moderno.
Las nuevas generaciones han revaluado al vinil y tengo varias amigas veinteañeras que realmente los aprecian, algunas con auténtica y religiosa veneración, como mi querida amie Mag, quien daría lo que fuese por hacerse de mi ejemplar del Blind Faith de Blind Faith.
Los discos de vinil, un gran invento de la humanidad.

5 comentarios:

Adrian Enríquez dijo...

Es muy cierto lo que comentas acerca de la "revaloración" hay que ver por ejemplo, todo el aparato comercial que tiene THIRD MAN RECORDS (compañía de Jack White) alrededor de este formato, donde actualmente están vendiendo una "cajita feliz" que incluye viniles de edición limitada e incluso un tornamesa portátil personalizado y unos audífonos! sería interesante un artículo en la mosca acerca de este precioso objeto. Saludos!

erich obed dijo...

Como que hace un rato los LPs tomaron un resurgimiento y me algro, yo creci escuchando estas maravillas y con ello pa forjarme mi educacion musical. ¿No sabes en donde puedo conseguir Lps, en especifico rock? y ¿como darles mantenimiento? habia visto de niño que mis tios las limpiaban con detergente para eliminar los rayones pero no estoy muy seguro la neta, espero me puedas ayudar,saludos.

raxephon dijo...

Mi escritorio esta igual de desordenado ja!y yo solo tengo 223.

Roberto Zúñiga dijo...

Ya había leído esta entrada hace mucho, pero la visité otra vez, ya que acabo de adquirir un tocadiscos que no es nada del otro mundo, pero al menos es nuevo, y ya me hice de varios viniles, nuevos también. Sin embargo, ahora lo que se quedó conmigo en esta nueva lectura fue la remembranza de los primeros discos comprados, porque me sirvió para recordar mi experiencia en ese ámbito. El primer disco que compré con dinero ahorrado fue también a los catorce, Reunion, de Black Sabbath. Me costó doscientos cincuenta pesos y me tardé una eternidad en alcanzar esa cifra -quizá tres o cuatro meses-, pero la satisfacción de escuchar ese disco y saber que era mío solamente es algo que nunca me ha abandonado. El primer disco que compré con mi propio dinero y ya trabajando fue Dog Man Star, de Suede, y ese lo compré en Amazon porque es virtualmente imposible de conseguir aquí en México. Simplemente algo que querpia compartir.

Unknown dijo...

Curiosamente, también compré mi primer larga duración (long play, LP) en el Gigante de Mixcoac, más precisamente de San Antonio. Fue el "Shout at the Devil" de Mötley Crüe, que aún conservo, por supuesto. En alguna ocasión escuché a unos "locutores" de Reactor 105.7 preguntando al aire: "¿Pero por qué les llamaban elepés, gooooeeeyy?"... y no pude llamarles para sacarlos de su duda existencial, pero me gustaría aportar algunos datos al respecto: Los acetatos de 33 1/3 RPM (revoluciones por minuto) contenían normalmente todas las canciones escogidas para dicho disco distribuidos en ambos lados (A y B), del cual escogían una canción (o varias, pero una a la vez), que venía a ser el "sencillo" o "single" que promoverían en la radio; entonces editaban y comercializaban una edición especial o EP (extended play) casi siempre en disquitos de 45 RPM, y como bonus, en el Lado B venía una canción que no estaba originalmente en el LP, es decir, los llamados "B-Sides"... Gracias por permitirme este desahogo. Salud(os)!