lunes, 18 de agosto de 2014

Un poema de 1995

Retrato infantil


Ojos vivos, más que vivos,
                                            vivaces, vivificantes.
Mirada de alba humedecida.
Amanecer de flor errante, desenraizada.
Tu polen habría de volar,
llevado por aires encontrados,
a todas partes,
a ninguna.
Niña de boca violeta.
Labios delgados que no empobrecen
al prometer un mañana
que es ayer
y anteayer
y hoy que fenece agosto.
Mejillas de sándalo,
sonrientes carrillos.
Fulgor de luna sin noche
que desierta vez
alguien no vería contigo.
Niña de dulce.
Niña de piloncillo.
Terrón de niña azucarada.
Besar tu frente quisiera.
Cubrirte con un manto de azucenas
y al tiempo que adormeces tus ojos
(vivos, más que vivos,
                                     vivaces, vivificantes),
entonarte una canción de cuna;
para que duermas
tranquila y suave,
inocente,
como la mujer niña que eres,
que sigues siendo,
desde el fondo de tu retrato de infanta,
hasta la superficie caoba
de tu hechicera presencia.

Agosto de 1995

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