A raíz de la muerte de Leonard Cohen y de otros roqueros “viejos”, escribí el año pasado que los más veteranos de todos aún seguían vivos. Me refería a los pioneros del rock n’ roll y en específico a Little Richard, Jerry Lee Lewis y Chuck Berry. Hace tres días este último dejó de existir, a sus 90 años de edad, y nos legó una obra artística sin parangón y una biografía llena de delirantes contradicciones.
Estamos ante uno de los pocos verdaderos genios musicales del siglo XX. Berry revolucionó el status quo de la música popular de mediados de los años cincuenta, cuando logró fusionar dos segmentos que parecían ajenos y hasta antagónicos: el de la música campirana de los blancos y el del blues y el rhythm n’ blues de los negros. El nuevo género fue bautizado como rock n’ roll y cambió –lo digo sin exageraciones– la historia de la humanidad.
Tan sólo el riff de “Johnny B. Goode” fue capaz de trastocar siglos de racismo y logró que los jóvenes de todas las razas hicieran añicos esquemas y prejuicios y se pusieran a cantar y bailar juntos. Canciones como “Sweet Little Sixteen”, “Maybelline”, “Memphis”, “Roll Over Beethoven” o “Rock and Roll Music” marcaron a una nueva generación de músicos de todo el mundo, quienes se volvieron rocanroleros y contribuyeron a desarrollar un género que a más de 60 años de distancia se conserva sano y salvo, a pesar de los caprichos de la industria y el mainstream.
En cuanto a sus letras, fue un cronista de su época y el propio John Lennon lo definió alguna vez como el gran poeta de su generación. De ese tamaño era la calidad de lo que escribía con gran sentido del humor y una admirable y fina capacidad para la observación y el doble sentido.
La historia de los Beatles y los Rolling Stones, de los Beach Boys y hasta la del propio Bob Dylan no habría sido lo que fue si antes de ellos no hubiese existido Chuck Berry. Desde Elvis Presley hasta Radiohead, todos le deben algo a este nacido en St. Louis, Misuri, en 1927.
Go, go, go Chuck go!
(Publicado el día de hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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