El álbum debut de Blur (1991) no fue todo lo brillante que sus integrantes y sus productores pensaban. Cierto que contiene un par de temas magníficos (la protopsicodélica “She’s So High” y, sobre todo, la cuasi manchesteriana “There’s No Other Way”), pero el resto del material resulta poco atractivo y un tanto cuanto pretencioso.
Posiblemente puedan salvarse otros cortes (como “High Cool”, “Fool” y “Slow Down”), pero en realidad hay demasiadas reminiscencias de agrupaciones apenas un poco anteriores, como The Stone Roses, The Happy Mondays o The Charlatans e incluso The Smiths. Blur no alcanzaba aún a definir un sonido característico, algo que sin embargo lograría apenas en su siguiente trabajo. Pero eso sí: “There’s No Other Way” es una gran canción.
(Reseña que iba a aparecer en la discografía del Especial de La Mosca dedicado a Blur y que ya no pudo ver la luz a princiupios de 2008).
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