James
Cagney fue un actor prodigioso. Para muchos, muy superior a contemporáneos
suyos como Pat O’Brien, Edward G. Robinson e incluso Humphrey Bogart o de
estrellas actuales como Al Pacino y Robert de Niro. Lastimosamente, hoy muy
pocos lo recuerdan y las nuevas generaciones de cinéfilos lo desconocen por
completo. Dúctil y versátil, era un fantástico actor de comedia (La novia que
cayó del cielo, 1941), gran bailarín y coreógrafo (Yankee Doodle Dandy, 1942),
actor de carácter (El hombre de las mil caras, 1957)), pero sobre todo destacó
en el papel de gangster al mismo tiempo rudo y sentimental, implacable y
vulnerable, temible y simpático. Así apareció en joyas del género como Smart
Money (1931), G Men (1935), Ángeles con caras sucias (1938) o The Roaring
Twenties (1939).
Alternó con
las mayores estrellas de la época dorada del cine hollywoodense de los años
treinta, en especial el producido por la Warner Brothers, su casa sempiterna, y
sobresalió por encima de la mayoría de ellas. Hablo de figuras míticas como
Bette Davis, Loretta Young, Joan Blondell, Ann Sheridan, Virginia Mayo, Olivia
de Havilland, Barbara Stanwyck o los mencionados Robinson y Bogart. También fue
dirigido por realizadores legendarios como Howard Hawks, Raoul Walsh, Billy
Wilder, Michael Curtiz y Charles Vidor, entre otros.
Luego de
filmar en 1961 la divertida comedia One, Two, Three, decidió que era hora de
retirarse (tenía sesenta y dos años) y permaneció lejos de la gran pantalla por dos largas décadas, hasta que aceptó participar en ese épico filme que es Ragtime de
Milos Forman (basado en la novela de E.L. Doctorow), en el papel de jefe de la
policía. Sería la última película de este hombre a quien Orson Wells calificó
como “tal vez el más grande actor que haya aparecido jamás enfrente de una
cámara”.
James
Cagney murió en Nueva York en 1986. Un ataque cardiaco puso fin a su vida el 30
de marzo de ese año. Su legado artístico es inmenso y, sobre todo, digno de ser
revalorado.
(Publicado ayer sábado en la sección "De culto" del suplemento cultural Laberinto de Milenio Diario).
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