Mucho
hablan los pejistas en contra del candidato de los priistas, como si ambos
personajes fueran como el agua y el aceite. Sin embargo, basta con escarbar un
poquito para descubrir que esto no es del todo cierto y que, en algunos
aspectos, AMLO y EPN hasta podrían ser almas gemelas.
Empecemos
por lo obvio: la extracción priista de ambos personajes. Tanto el uno como el
otro vieron la primera luz política en el PRI y si López Obrador (quien es
incluso el autor de la letra del “Himno al PRI”) abandonó a este partido para
irse al PRD, no fue tanto por sus convicciones políticas… sino porque lo
echaron de la presidencia del Revolucionario Institucional en Tabasco. Pero en
sus ideas, el tabasqueño es hasta más priista (a la vieja usanza) que el hombre
del copete engominado.
Tanto AMLO
como EPN le han huido a los debates. El primero en 2006 y el segundo
recientemente. No se les puede reprochar del todo: los candidatos, cuando son
punteros, lo que menos quieren es arriesgarse a cometer un error y un debate se
presta demasiado a ello.
También a
los dos se les ha acusado de mentirosos. A Enrique, los panistas le han tundido
duro en estos días por lo de algunos compromisos incumplidos cuando era el
góber copetoso. A Andrés Manuel, muchos lo han criticado por elevar mentiras
como la del complot en su contra o los falsos que lanzó contra sus propios
representantes de casilla por aceptar, según él, el supuesto fraude electoral
de hace seis años.
Los dos
contrincantes también tienen en común que lo suyo, lo suyo, no es la cultura
libresca. Mientras que Peña Nieto balbuceó que su libro de cabecera era La
Biblia, López Obrador balbuceó a su vez que el suyo era la Constitución
Mexicana… o sea: dijeron lo primero que se les vino a la cabeza. De perdis
hubieran citado el libro de Josefina.
Viéndolo
bien, entre el Peje y el Gelboy hay semejanzas… maravillosas.
*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.
*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.
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